Hipocresía e impostura en tiempos de Navidad
Cada 25 de diciembre el mundo cristiano celebra el nacimiento de Jesús, aunque ciertamente no haya sido esa es la fecha en que tan importante hecho sucedió, sino una adopción de una fiesta pagana romana, la del “Sol Invicto”, llegada a Roma (como muchas cosas) desde Oriente.
Lo cierto es que, en medio del sistema económico en que vivimos, caracterizado por la exacerbación del individualismo, la falta de solidaridad entre los seres humanos, el afán desmedido e incontenible de lo que eufemísticamente muchos llaman “prosperidad”, que en la mayoría de los casos es consumismo a costa de lo que sea y, a veces, sin necesidad real alguna, el nacimiento de Jesús, el Dios Hijo de los 2.300 millones de cristianos en el mundo, ha sido tergiversado y “monetizado” al extremo.
En el mundo en que vivimos, la proximidad entre hermanos, entre hombres y mujeres, entre adultos y niños ha sido desechada, y en su lugar se ha instalado el fratricidio (la muerte del hermano no sólo de sangre como sucede en las disputas por herencia, sino también entre el hermano pueblo, el hermano de clase social), el uxoricidio (la muerte de las mujer en un mundo machista y patriarcal, que convierte a aquella en objeto puramente sexual, postergándola de toda posibilidad de participación en la vida social, económica y política), y el filicidio, (la muerte del hijo, del que constituye renovación y novedad, como sucede con pueblos subdesarrollados e indígenas; muerte de los jóvenes, de los estudiantes, de las culturas nuevas).
Pero hay algo terriblemente atroz que asoma también en Navidad. Es la hipocresía e impostura de que hacen gala quienes transitoriamente ejercen el poder, que utilizan tan magno acontecimiento para mostrarse generosos y bondadosos cuando en la práctica son groseramente represores, vengativos y asesinos.
Desde luego no nos referimos sólo a Herodes Netanhayu, que no celebra la Navidad pero, a título de exterminar al grupo terrorista Hamás (al que Israel prohijó para dividir a los palestinos), pretende exterminar al pueblo palestino, asesinando hasta ahora a más de 20.000 personas, 60 por ciento de las cuales son niños y niñas que nada tienen que ver con intereses geopolíticos de Israel, Estados Unidos, Rusia o China, pero que tienen la desgracia de haber nacido en la franja de Gaza y, por tanto, sufren las consecuencias de la ferocidad del sionista, que hace de las suyas en la tierra en que nació Jesús, convencido de que Yahvé dio esa tierra a los judíos y a nadie más.
Nos referimos también a los dictadores del “socialismo” del siglo XXI, como el inefable Ortega y su mujer, o el incalificable Maduro, que asolan a los pueblos de Nicaragua y Venezuela, respectivamente, El primero de ellos persiguiendo a obispos, sacerdotes y laicos de la Iglesia Católica, a la que él, devenido “mesías” califica de extraviada y contrarrevolucionaria; el segundo, hablando sandeces como que Jesús fue palestino, y reprimiendo duramente a los venezolanos, de los cuales muchos millones están fuera de su país, pidiendo limosna en otros lugares como Bolivia.
Y está también el “hermano presidente” Arce, que, además de reiterar su perorata de la industrialización con sustitución de importaciones tiene el tupé de hace votos para que “también la Navidad sea un tiempo de reflexión y recuperación de energías, para que en 2024 se encaren los retos que se presenten y nuevamente los bolivianos salgan airosos en paz, con respeto, solidaridad, complementariedad y compromiso por el bienestar colectivo”.
¿De qué respeto, solidaridad, complementariedad y compromiso puede hablar alguien que sabe de la violación de los derechos humanos que están sufriendo César Apaza, Jeannine, Áñez, Luis Fernando Camacho, Marco Antonio Pumari, los dirigentes de la Resistencia Juvenil Cochala y no hace nada para impedirla? ¿De qué Navidad puede hablar quien equipa a la Policía para que siga reprimiendo sin piedad a quienes no piensan como masista a título de que cuidará de la riqueza que la población tendrá en 2024 y 2025? ¿Qué autoridad moral tiene para hablar de esto quien prohíja a un policía matón (bautizado por el humor popular como “cogotero”) vinculado a robo de autos en Chile?
También aparece en los días previos de la Navidad una entidad que supo ganarse el respeto de propios y ajenos, la CIDH, que se está convirtiendo en la celestina de los dictadores, como ha sucedido en el caso de Apaza, a quien negó medidas cautelares.
Sin embargo, en medio de toda la oscuridad, la impostura, la hipocresía y la alcahuetería, está la esperanza de un mundo menor, de una nueva sociedad, de un planeta respetado por el género humano. Al fin de cuentas Jesús vino a este mundo a eso, a denunciar las injusticias y anunciar la Buena Nueva, que se hizo ya presente en su resurrección.
El autor es abogado
Columnas de CARLOS DERPIC S.