El país coimeado
Para entender el apoyo al MAS, en cualquiera de sus parcialidades, hay que hacerlo reflexionando sobre lo que es la coima, en sus múltiples metamorfosis. La coima colectiva, la coima comunitaria, la coima a dirigentes. “Proyectos” aceptados, montos otorgados, autos regalados, sedes. Cargos, puestos, empleos supernumerarios. Como contraparte de las coimas, votos asegurados, lealtades exigidas.
En una tierra que ya aseguraba todos los nutrientes necesarios para la (im)plantación de una nueva y mayor corrupción, el MAS prosperó notablemente, o por lo menos los bolsillos de sus militantes. Y fue muy democrático, hay que reconocerlo: donde antes no llegaba la corrupción, ahí estuvo Evo para remediarlo.
Mucho antes del fraude, ya captó rápida, criollamente, de qué se trataba eso de “gobernar” y cuál era la forma más exitosa de asegurar su reinado: coimas por doquier. Y ahí lo teníamos, llegando en helicóptero a poblaciones alejadas, para inaugurar cualquier cosa. O las grandes ch’allas de seguros elefantes blancos: obras/basura por votos chatarra. U obras a punta de “comisiones”. Para él mismo, avión, helicópteros, museo, palacete y que más habrá que no sabemos.
Otro aspecto de las grandes ceremonias de coimeo (camufladas como “entregas de obras”) es el del horrendo maltrato del idioma.
Los atragantones de sentido que sufre Evo Morales a cada rato son penosos. Constantes y pequeñas lagunas mentales, frases mal concluidas, oraciones desestructuradas, los mismos y eternos clichés ya patéticos. ¿Será pura coincidencia que eso le ocurra, justamente, a quien famosamente no-tiene-palabra? El 21F, recuérdese, acabó de perderla para siempre.
Sin embargo, otra vez, todos lo tenemos encima a Evo, de nuevo. Harto de no participar en el festín dilapidario, se las juega con todo. Y, conste, ni él ni los suyos se preguntan ¿qué podemos hacer para paliar el desastre del país? Lo que los inquieta, más bien, es: ¿y qué va a sobrar para nosotros, si se lo están tirando todo? Por eso se apresuran: exigen de una vez su turno de saqueo.
La idea de la coima, generalizándola y ampliando su sentido, muy bien puede ayudar a explicar la existencia de bases masistas. ¿Pero es suficiente? No, no lo es, pues creerlo sería olvidar el hondo sentimiento de identificación que acompañó a Evo Morales, años antes del fraude, los asesinatos jurídicos, la corrupción generalizada… Al principio, se vivió que por fin llegaba uno ‘como ellos’, uno de ellos al poder y tras generaciones de maltratos y no reconocimiento, las cosas se daban la vuelta y parecía llegar la era de la inclusión.
Habrá todavía grupos ingenuos que aún se crean esa épica del reconocimiento y la plenitud representacional. Los hechos, sin embargo, son que ahora las bandas evistas no son los cuerpos defensores de cualquier idea de país, sino que, más semejantes a los grupos paramilitares de García Meza, quieren recolocar en el poder, como sea, a quien ya se conoce de sobra y probadamente que es un fraudulento canalla, de esos que aprueban a Maduro, a Ortega, a Putin, a los ayatolas…
Y finalmente, sí que hubo una inclusión, si se quiere, pero que resultó ser la de los menos preparados, incapaces e ignorantes y coimeados, que convirtieron a Bolivia en una real kaki-cracia, es decir el gobierno de los peores.
Mientras el MAS esté en el poder este país no tendrá la más mínima esperanza. ¿Cómo hacer para descoimearlo?
Columnas de JUAN CRISTÓBAL MAC LEAN E.