El origen de los bufeos
“Los bufeos son humanos como uno; antiguamente ellos se volvieron rebeldes y los castigaron.
Su espíritu es como el de las personas, por eso no se les puede comer ni maltratar. Si se les mira mucho, ellos toman el alma de las personas. Ellos vienen del río Chowuatw, un río sagrado, hermoso y cristalino. Cuando hay truenos grandes es porque brincan en el río y la oleada es la que hace sonar el trueno y de esta forma pasan de ese mundo al nuestro.
La historia cuenta que un indígena ticuna Ilamado Wifakw, hijo de Joi, tuvo un sueño para pasar de un mundo a otro. En el sueño, Wifakw se dio cuenta que los bufeos viven en un río cristalino, en cuyas orillas hay muchos árboles en forma de piña. Ellos siempre están acostados en la orilla del río Chowuatw. Cuando una persona se muere, ellos se alborotan, saltan mucho y se afligen. Él fue testigo de un hombre que había muerto y que fue caminando hacia el tronco Turitá, que era un árbol sagrado; cuando se acercaba, el tronco se abría para que el hombre pasara. Según le explicaron, cuando un hombre se muere y no ha cometido muchos errores, le dejan pasar por el tronco y los bufeos se revuelcan y lo botan al agua y luego a la tierra, bañándolo bien. Después de esto lo ayudan a pasar el tronco para que vaya a otra parte.
Wifakw a los tres días, vio a otra persona que murió y que llegó caminando, pero cuando estaba atravesando el tronco éste se cerró y lo desapareció, posiblemente porque era una persona que había cometido muchos errores y por eso los bufeos no lo ayudaron.
Luego vio a otra familia que cogía hojas y los bufeos se alborotaron y saltaron, las abejas gritaron y lloraron, y al final pudieron pasar por el tronco Turitá, porque eran buenas personas.
Con rayos grandes, los bufeos caen en este mundo, especialmente en el río Amazonas. Estos bufeos que caen son de los grandes, son los Choreuma; es decir, los reyes del otro mundo. Después de haber visto todo esto, Wifakwu bajó nuevamente a su mundo, como bajando una escalera. Cuando llegó a su comunidad les contó todo lo que vio en el río sagrado y les enseñó a los Ticunas a respetar a los bufeos”.
(Alba Lucía Ahué, de Historias de Bufeos).