Sobre la reivindicación marítima
Cada 23 de marzo recordamos la pérdida del litoral boliviano con marchas, desfiles y discursos que contribuyen a rememorar un hecho trágico y a fortalecer el civismo patrio, pero, aún estamos lejos de recuperar el mar con soberanía como es nuestro deseo. Sin embargo, hay que abrigar la esperanza de hacerlo en el marco del diálogo, para llegar a un acuerdo bilateral que pueda favorecer a bolivianos y chilenos, y que permita —sobre todo— un desarrollo económico en ambos países, a través del intercambio comercial sin barreras.
Una de las mejores posibilidades de acceso al mar para nuestro país se dio en el llamado abrazo de Charaña o el acuerdo de Charaña, un 08 de febrero de 1975 entre Hugo Banzer Suarez y Augusto Pinochet, ambos presidentes de la dictadura militar con afinidad ideológica. Se planteaba ceder a Bolivia una costa marítima soberana a cambio de canje territorial y de la reanudación de las relaciones diplomáticas entre ambos países, hecho que provocó diversas reacciones de disconformidad en sectores políticos del país y que prácticamente quedó en buenas intenciones.
Otro hecho significativo se dio en Asamblea de la Organización de Estados Americanos realizado en la ciudad de La Paz, un 31 de octubre de 1979 en el que se declara que el conflicto entre Bolivia y Chile es de interés hemisférico y que además recomienda que se inicien negociaciones que permitan dar a Bolivia una conexión territorial libre y soberana en el Océano Pacífico, incluyendo una zona portuaria sin dar a cambio una compensación territorial a Chile que nunca dio por válida esta resolución.
Esta victoria diplomática lograda en el gobierno del presidente Walter Guevara Arce se vio truncada por el golpe militar de Alberto Natusch Busch el 1° de noviembre, conocida como la masacre de Todos Santos, militares con tanques en las calles, muertos y heridos por defender la democracia. Más pudo la ambición de los golpistas que dar curso a las aspiraciones nacionales que lograron respaldo continental al problema del enclaustramiento marítimo del país.
Después de un promedio de 35 años de la falta de seriedad y constancia para emprender negociaciones sobre el tema marítimo con Chile, el gobierno del presidente Evo Morales inicia una demanda ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya (Holanda) pidiendo que se pronuncie con un fallo que obligue a ese país a negociar sobre la restitución de una salida al mar en el Océano Pacífico perdida el año 1897. Los alegatos que se inician el 19 de marzo tienen ese propósito.
En ese contexto, la reivindicación marítima, claro que nos une a todos los bolivianos, sin distinción de ninguna naturaleza, pero el Movimiento Al Socialismo (MA) y sus dirigentes políticos, se encargan de dividir y de mostrar una imagen debilitada. La bandera azul de 120 kilómetros o más, el mejor ejemplo de la división. Además
no se gana un alegato llevando barra a La Haya. No se ganan con banderas ni con 30 mil personas que portan la misma en una carretera.
Los bolivianos tenemos la fe y la esperanza para que la Corte Internacional de Justicia de La Haya, obligue a los gobiernos de Bolivia y de Chile a dialogar y encontrar soluciones a un conflicto que no es solo bilateral, es de interés hemisférico. El tribunal recomendará que se sienten y conversen. Basta de banalidad y de espectáculo, de llamar la atención con acciones que son una pérdida de tiempo y de dinero para el país. A esperar el fallo con prudencia y responsabilidad.
El autor es periodista y docente universitario
Columnas de CONSTANTINO ROJAS BURGOS