Después de La Haya…¿qué?
Pocas veces se vio a tanta gente unida en el país esperando un resultado favorable, luego de la gran expectativa creada sobre un tema no menor para los bolivianos: la histórica aspiración de volver al mar. El gobierno boliviano había demandado a Chile ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya, esperando obligarlo a negociar una salida soberana para Bolivia sobre las costas del Pacífico. Si bien la CIJ reconoció que existe un tema pendiente de solución –el enclaustramiento geográfico boliviano– y en su fallo alentó a ambos países a seguir con el diálogo, el resultado definitivamente, no fue el esperado.
Pese a tanto tiempo y recursos invertidos en un trabajo sin parangón –sumando voluntades para construir la demanda ante La Haya con los mejores juristas del país, con el concurso del Primer Mandatario y de varios expresidentes, con casi todas las instituciones públicas y muchas entidades de la sociedad civil– el resultado salió adverso, frente a lo cual muchos preguntan hoy: ¿qué hacemos?
En primer lugar, habrá que recordar que el fallo abre la posibilidad de discutir la reivindicación marítima en otros escenarios, algo de lo que la diplomacia boliviana se deberá ocupar con ahínco, ahora que el mundo sabe que hay un tema pendiente de solución con Chile.
En segundo término, recordar que mientras la delegación boliviana iba a La Haya esperanzada en una solución, otra delegación –la chilena– se paseaba por la frontera haciendo demostraciones de fuerza bélica, con diferente actitud…
Frente a ello y dado que un 75% de la carga marítima del país depende de los puertos chilenos para su salida a ultramar o importación hacia Bolivia, buscar alternativas resulta algo urgente, máxime si –según un estudio de Cainco– entre 2013 y 2017 los operadores económicos bolivianos sufrieron daños por más de 300 millones de dólares por causa de más de 60 paros en aquellos puertos.
Es de esperar que, así como primó la unidad y el esfuerzo en función de La Haya, exista igual decisión política para que –sin renunciar a la recuperación de nuestra cualidad marítima sobre el Pacífico– miremos no solo a Ilo, en Perú, sino a la salida soberana hacia el Atlántico por la hidrovía Paraguay-Paraná, como el “Memorándum de 1904” lo había proclamado. Tenemos tres puertos allí –Gravetal, Aguirre y Jennifer, este último certificado ya como Puerto Internacional– ¿por qué no avanzar en su declaración como zona primaria aduanera y construir Puerto Busch para así no depender de terceros?
El autor es economista, magíster en Comercio Internacional
Columnas de GARY A. RODRÍGUEZ