Encuestas instrumentales
En la última encuesta de intención de voto, Morales ganaría las elecciones, Mesa quedaría segundo y muy lejos, Ortiz tercero. Pero, al ser una encuesta de intención de voto esta no refleja en absoluto una eventual definición del resultado. O, dicho de forma sociológica, solo tiene en cuenta la “intención” de voto directo y no la “estimación” de voto.
Intención de voto directo es la respuesta impulsiva a ¿Por quién votaría usted?. Este barómetro asigna datos brutos sin tratamiento y mueren de facto al día siguiente. Termina siendo un simple sondeo de opinión preelectoral para tener el panorama sobre el tema y percibir tendencias, opiniones y actitudes relacionadas con las acciones políticas, de gobierno y los candidatos.
La encuesta de intención de voto de Unitel revela que el 23% no votaría por ninguno, el 2% no contesta y no saben el 3%. La retroalimentación señala un total de 28 % con decisión indefinida y mientras no se suprima el "no sabe, no responde” persiste un voto oculto, por lo que la calidad de la información no es clara ni determinante en el resultado final. En consecuencia, será de utilidad para los candidatos encontrar las razones, explícitas o implícitas, para atacarlas.
La estimación de voto en cambio incluye, además, a todos aquellos encuestados que no han respondido o que no saben a quién votarán. La estimación de voto, por lo tanto, es la adaptación de la intención de voto directo al 100% de los encuestados, intentando predecir el resultado teniendo en cuenta lo que han podido votar también ese 28% de los que no han contestado. Para esto, se aplica metodológicamente ese porcentaje a un modelo de corrección basado en otras variables de la encuesta de tipo cualitativo.
Una encuesta es un elemento de descripción, no de predicción; sirve para describir lo que ocurre en un momento determinado, en un lugar determinado; no sirve para predecir el futuro, sirve para medir el presente. Es un termómetro, no una bola mágica; debe valorarse como una inercia del pasado antes que como una medición de comportamientos futuros.
Todas las encuestas son iguales y por supuesto responden a intereses determinados ya que la información puede ser inducida. El que la manda a hacer, ese gana. Al ser creadoras de opinión, la pauta publicitaria oficial les obliga a plantear, a costa del rigor, el escenario idóneo para un candidato.
El abuso de encuestas, habitualmente amañadas por el poder del dinero, quiere dar la imagen de que las elecciones ya se consumaron y ya existe ganador, haciendo perder la seguridad y confianza de los electores en el poder de su voto.
No obstante, la revolución del ‘big data’, con su recogida masiva de información, promete cambiar a esta “cocina” de resultados del poder político, devolviendo la decisión a quien siempre debe tenerla: el ciudadano.
El autor es abogado constitucionalista
Torresarmas1@hotmail.com
Más artículos sobre el tema:
¿Cómo leer encuestas? Juan Cristóbal Soruco Quiroga
Columnas de WALDO RONALD TORRES ARMAS