Federalismo y participación directa en la democracia
El federalismo no es una panacea y no resuelve todos los problemas de la democracia. Un gran desafío para muchos países que enfrentan amenazas separatistas sigue siendo la adaptación del sistema político para satisfacer las necesidades de diferentes grupos de la población (étnicos, lingüísticos y diversidad cultural). De hecho, en sociedades con historias interétnicas, tensiones o sentimientos secesionistas poderosos, una federación puede ser la única forma de evitar la partición y sostener la democracia a través del poder compartido en el centro, preservando la integridad territorial de la federación.
Un acuerdo federal tiene el potencial de fomentar la paz y prevenir la recurrencia de conflictos y guerras en sociedades profundamente divididas. Los acuerdos federales pueden acomodar a los grupos étnicos con aspiraciones diferentes de sus comunidades preservando su cultura, lengua y religión, a través de una autónoma administración de un espacio territorial.
En el caso particular de Bolivia, además de la clase mestiza que está repartida a lo largo de todo el territorio nacional, se reconocen cuatro grupos étnicos diferentes en cuatro grandes macro regiones: aimaras del altiplano, quechuas de los valles, guaraníes de los trópicos y chaqueños del Chaco boliviano; cuyos territorios abarcan varios departamentos del país. Por lo tanto, si tuviéramos que hacer de Bolivia un Estado federal que tuviera lógica, se tendría que reorganizar la división política del país en función de esos cuatro grandes territorios étnicos y culturales y no sobre los nueve departamentos actuales de Bolivia.
La aspiración federalista del comité cívico cruceño obedece más al deseo de las logias y de la oligarquía cruceña de controlar el poder político, los recursos naturales y económicos de este gran Departamento, que actualmente se lo considera como la “locomotora económica” del país; y para ello han utilizado hábilmente, por muchos años, la falsa identidad regional camba, como si solo ella tuviera raíces étnicas y culturales diferentes al resto del país, ignorando la histórica y enorme migración de gente del occidente a dicha región, tanto así que a manera de chiste se dice: ”que mueran los collas, menos papi y mami”.
La solución de los problemas que enfrenta nuestra democracia no pasa por el federalismo, sino más bien por resolver verdaderamente los problemas estructurales que representa nuestra democracia indirecta, la cual solo es representada por los partidos políticos debido a que en la Constitución se concedieron demasiados poderes a la figura presidencial, pensando que ella sería la verdadera representante de la diversidad de nuestros pueblos, porque fue elegida por el voto popular.
Esta fue la gran falacia, ya que la realidad nos muestra que, en vez de representar al pueblo en general, representan: primero a sus propios intereses; segundo, a los grandes poderes económicos, sociales y políticos (tanto nacionales, como extranjeros) que los enriquecen; y tercero a sus bases de soporte (sindical, cultural y religioso).
Debemos devolver el control al ciudadano a través de la participación ciudadana, por medio de sus asociaciones civiles organizadas (comités cívicos, federaciones de empresarios privados, Central Obrera Boliviana, Confederación de Campesinos, Confederación de Pueblos Indígenas, colegios profesionales, universidades públicas y privadas, y otras asociaciones sociales, culturales y deportivas) en la conformación de diferentes consejos ciudadanos en las áreas de: justicia, democracia y derechos humanos, educación y salud, desarrollo económico y social, seguridad nacional y el manejo y conservación de los recursos humanos y medio ambiente.
A través de una ley de empoderamiento comunitario y otra de democracia con participación ciudadana a nivel nacional, departamental y municipal. Con el objetivo de:
–Ejercer el control sobre la elección de todo el aparato judicial (jueces y fiscales), que garantice la independencia y calidad de la justicia.
–Ejercer el control sobre la elección del Tribunal Constitucional, Corte Nacional Electoral, y Defensor del Pueblo, que garantice el voto popular, los DDHH y el respeto a la Carta Magna.
–Participar y controlar la gestión de toda la política de educación y salud en el país.
–Ejercer la supervisión y participación en la gestión del gasto público, licitaciones y contrataciones de carácter público a nivel nacional, departamental y municipal.
–Participar en la elección de ascenso/destitución de altos oficiales de la Policía y de las fuerzas armadas.
–Participar y controlar en el manejo y conservación de los recursos naturales. en todo el territorio nacional.
Es muy importante explicar y entender que este nuevo rumbo que tendría que tomar Bolivia sería de largo aliento y que recién se estarían sentando los pilares iniciales en la construcción y modernización continua de la democracia, al igual que está sucediendo actualmente en otros países occidentales inclusive en los países nórdicos de Europa. Tal como se lo explica en profundidad en mi articulo “Participación ciudadana en la democracia: una propuesta para Bolivia” del 14 de mayo de 2019. (https://www.facebook.com/democraciaverdadbolivia/).
El autor es doctor en economía
Columnas de CARLOS A. IBAÑEZ MEIER