Un cuento de ficción
¡Qué muera el Gobierno hambreador!, ¡Que muera el Gobierno corrupto! ¡Abajo los vende patria!; ¡Que muera el imperialismo!... Las masas de hambrientos arremeten enardecidas contra el Gobierno, la furia del pueblo gigante es física pero su mentalidad es de niño inocente. El gigante acicateado por los nuevos politiqueros disfrazados de revolucionarios, enfurecido, da fin con el mal gobierno.
Hay algarabía, ¡el pueblo ha triunfado!, se acabará la pobreza, ya no habrá corruptos, hombres honestos estarán en el gobierno, finalizará el abuso y la arbitrariedad, habrá orden institucional, se respetará la ley, habrá fuentes de trabajo, nuestros recursos naturales serán nuestros. ¡Seremos libres!
Y los recién instalados en el Palacio ordenan: ¡vamos a las urnas!, lo hecho por el pueblo debe estar legalizado, así les aconsejan los mercenarios judiciales suculentamente contratados.
Hagamos creer que se está ejerciendo la democracia, arreemos a los incautos a las urnas para acumular poder. ¡Nos vamos a apoderar de los fondos públicos! ¡Seremos ricos! y no hay mejor cuento que decirles que es en nombre del socialismo. Debemos negociar los recursos naturales, para eso están las nacionalizaciones. Usemos disfraces y simbolismos para convencer, así el mundo dirá que somos únicos. Sancionemos el derecho de pensar y de hablar, callémosle al gigante tonto. ¡Necesitamos todo el poder! Tenemos que controlar todo.
Seremos poderosamente revolucionarios neoliberales: cambiará nuestra suerte y todos estarán delante de nosotros de rodillas, el poder está en nuestras manos, humillaremos a la clase media, la empobreceremos, la haremos sentir que no es nada.
Al pueblo le haremos creer que está en el poder, que somos su gobierno, el gobierno del pueblo, para eso conformaremos las organizaciones sociales, les reconoceremos una parte del botín.
Más tarde, demasiado tarde, el candoroso soberano, se dará cuenta del engaño y nos quitará el poder. Qué nos importa, no nos sobrevendrá la desgracia, nuestros sucesores estarán charlados, ellos nos cubrirán las espaldas, oficiarán de demócratas respetuosos de la Constitución y además mostrarán ser cultos e inteligentes.
Es para morir de risa, tras nuestra caída la historia se repetirá, nuevamente las masas enfurecidas se levantarán, gritarán repetidamente ¡Muera el Gobierno hambreador! ¡Abajo el Gobierno entreguista!, ¡Mueran los traidores!, y estas frases sonarán como el eco de la historia en medio de sordas y gigantescas montañas en occidente y densas y misteriosas selvas en el oriente, porque a la cabeza del “soberano” aparecerá un nuevo personaje, actuando de paladín de la honestidad, de la justicia, de la libertad. El pueblo lo llevará en hombros al nuevo salvador hasta el Palacio de Gobierno. Habrá vivas. Habrá un emocionante y solemne acto de posesión del nuevo Gobierno y el flamante heraldo de la democracia hará vibrar los corazones de hombres y mujeres. Se entonará el Himno Nacional y hasta se llorará y la rueda de la historia y de los engaños seguirá dando vueltas, nada cambiará.
Desperté y felizmente sólo había sido una pesadilla.
El autor es jurista
Columnas de GONZALO PEÑARANDA TAIDA