Semana de aniversarios
Semana colmada de aniversarios, fechas extraordinarias para muchos o para algunos. El 10 de octubre, Día de la Democracia boliviana, recordando la posesión de Hernán Siles Zuazo como presidente de la República en 1982. Cierre del ciclo de dictaduras militares, inicio de la democracia moderna en Bolivia, fortalecida hasta 2004 en una ruta compleja porque es la única vía sin violencia para lograr cambios necesarios en la realidad.
El 11 de octubre, fecha del nacimiento de Adela Zamudio en 1854, declarado Día de la Mujer boliviana por la primera presidenta, Lydia Gueiler Tejada. Adela, escritora cochabambina de obra fecunda, dedicada a luchar por los derechos de las mujeres. Como dice la contratapa de la novela Adela, de César Maffei, “Más que polemista fue una valiente pensadora, punzante y desafiante, que se enfrentó sin dobleces y en soledad al stablishment de la época”.
El 12 de octubre se recuerda la llegada de Cristóbal Colón a América en 1492. Con Antonio Rubial, historiador mexicano, habrá que decir que llegaron los que podían llegar, sin saber qué encontrarían, iniciando un prolongado tiempo de conquista. Ni los recién llegados ni los encontrados ni sus modelos de vida eran del todo buenos ni del todo malos, y del encuentro/desencuentro se fue configurando lo que somos ahora: una mezcla potente circulando por nuestras venas y por los vericuetos del escenario en que nacimos y vivimos, de manera que negar una parte u otra nos mata.
El 13 de octubre de 1681 fue creada la primera Facultad de Derecho en la Universidad Real y Pontifica de San Francisco Xavier de Chuquisaca. Allí se diseñó el ideario emancipatorio y formó a los juristas que aportaron a la fundación de Bolivia en 1825. La esencia de esta profesión la sintetiza en el tercer y cuarto mandamientos de los abogados, el jurista Eduardo Couture: “3º Trabaja. La abogacía es una ardua fatiga puesta al servicio de la justicia. 4º Lucha. Tu deber es luchar por el Derecho; pero el día que encuentres en conflicto el Derecho con la justicia, lucha por la justicia”.
Los cuatro aniversarios giran alrededor de un eje común, formando una red tejida por conectores inherentes al eje, nítidos al mirar en el fondo. El eje es la democracia, forma de gobierno restrictiva del poder en función de los derechos de las personas, irradiada a forma de vida, a cultura de diálogo, consenso y paz. Su primer conector es la igualdad de las personas por encima de sus diferencias, teniendo la calidad de sujetos de los mismos derechos y deberes. Otro, el autorreconocimiento de quiénes somos y de dónde venimos, ni mejores ni peores que los demás por ello; condición del reconocimiento de los otros con sentido de valoración y estima en ambos casos, base del cultivo de la relación de igual a igual que nos merecemos todos. En suma: descubrimiento de ejecución continuada de la autoestima por nuestra dignidad. Un tercero y último conector es el deber de protección del Estado a todos y cada uno de nosotros, iguales en nuestras diferencias, dignos por naturaleza, mediatizado por la función de administración de justicia de calidad, con independencia, oportunidad y accesibilidad.
Es la visión a concretar si cumplimos nuestra misión ciudadana de reversión de la realidad en la cual la democracia ha sido reducida a caricaturescas votaciones de dudoso resultado, vaciada de contenido, mientras la violencia desplaza cada día a la política y el Estado de Derecho es sólo un recuerdo tenue por la concentración de un poder abusivo que nos golpea a la par que premia con impunidad a sus ahijados y esbirros, revelando que no hay igualdad, lo cual hiere a la autoestima general que encuentra en el caso de la mujer matices peculiares. Sí, convencidas por los discursos repetidos sin cesar de que somos seres desvalidos e incompetentes, incapaces de resolver nuestros problemas y poner freno al abuso y la violencia, clamando quejumbrosamente al poder, se vista de uniforme o disfraz, a palos o con gritos destemplados, que lo haga por nosotras. Es que no sabemos o nos hicieron olvidar los avances que logramos y nos sentimos derrotadas y vencidas.
En el cierre, los abogados, devaluados como nunca por la liquidación de la independencia judicial, pues el servicio público que deben prestar es causa imposible cuando los operadores de “justicia” son siervos del abuso que se cobran la subordinación al poder con la corrupción y la venalidad, y la única certeza que tienen quienes actúan en el patrocinio de causas es que gana quien tiene padrino o “pone”.
Balance final de la semana de aniversarios. ¿Lamento de Jeremías? ¡No! Con nuestros sentidos vivos, pensamiento independiente y espíritu libre, sabiendo dónde estamos y dónde queremos estar, teniendo claro el horizonte, hacia él nos dirigimos. Parada inmediata: reforma judicial. Por y entre todos, mujeres y hombres, desde nuestra identidad, mestiza o no, abogados o no, a paso firme. Eso es política, y la seguiremos haciendo.
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