10 momentos marcaron la gestión transitoria de Jeanine Áñez
11 meses y 24 días duró la gestión transitoria liderada por la presidenta Jeanine Áñez. La crisis económica, su fallida candidatura, la pandemia del coronavirus, las denuncias de corrupción, el proceso de pacificación y otros cinco hechos marcaron el periodo de la mandataria en el poder. ¿Cómo recordará Bolivia y la historia a la segunda mujer en la Presidencia?
El 10 de noviembre de 2019, Bolivia se quedó sin presidente, vicepresidente ni presidenta de la Cámara de Senadores. Evo Morales, Álvaro García Linera y Adriana Salvatierra, respectivamente, optaron por renunciar luego de 21 días de convulsión social por denuncias de fraude en las elecciones del 20 de octubre.
El país se encontró con un vacío de poder durante dos días hasta que la vicepresidenta del Senado, Jeanine Áñez (senadora de Unidad Demócrata por el Beni), llamó a sesión y aplicó la sucesión constitucional que la convirtió en la segunda presidenta de Bolivia y la gobernante transitoria del Estado hasta convocar a elecciones.
Así comenzó la gestión de Áñez. Su primera tarea debía ser pacificar el país. Los conflictos aumentaron, sectores radicales afines al MAS se levantaron. Huayllani, en Sacaba y Senkata, en El Alto, fueron los escenarios de mayor violencia, según determinó la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
La búsqueda de la paz
Luego de 10 días de llamados al diálogo, mesas de trabajo y otros, la convulsión social encontró una tregua. Áñez firmó un acuerdo que presentó junto a la nueva presidenta del Senado, la masista Eva Copa. El compromiso era llamar a las elecciones lo antes posible.
El analista político Rolando Tellería asegura que en estas acciones residen los actos más sobresalientes de la gestión de Áñez.
“Estos dos logros se resumen en: la pacificación del país, en esos aciagos días de violencia y caos. En ese momento, fue un logro trascendental. Luego, la ley de convocatoria a nuevas elecciones, en consenso con la bancada mayoritaria masista. Claro, en este logro, también está la nueva conformación del Tribunal Supremo Electoral. Su delegado, el presidente del Tribunal, Salvador Romero, revistió de certidumbre al proceso”, asegura Tellería.
Elecciones y candidatura
El 3 de enero de 2020, el presidente del Tribunal Supremo Electoral (TSE), Romero, fijó la fecha de las elecciones para el 3 de mayo. Parecía que Bolivia sólo debía ser paciente unos meses para reencauzarse hacia la paz, pero no fue así.
Uno de los principales errores, según los analistas, ocurrió el 24 de enero. Los ambientes de un hotel fueron los elegidos para que Áñez presente su candidatura a la presidencia.
“Su habilitación como candidata es un punto de inflexión. Ahí se inicia la debacle, pues abandona el espíritu y el carácter de gobierno de transición”, manifestó Tellería.
En ese momento la imagen de Áñez tenía una importante aprobación de la población. Sin embargo, de forma paralela, un virus mortal estaba propagándose en China y poco después llegaría a someter a Latinoamérica.
Pandemia
El 10 de marzo se registró el primer caso de coronavirus en Bolivia. La pandemia llegó y el Gobierno transitorio determinó el confinamiento del país desde la madrugada del 22 de marzo. A partir de ese momento el manejo del Estado requería tomar una serie de decisiones para evitar su colapso en varios niveles.
El 3 de mayo ningún boliviano acudió a las urnas, pues todo el país seguía confinado ante el crecimiento de casos de coronavirus. Las elecciones se suspendieron y se amplió el mandato del Gobierno transitorio.
La emergencia estaba en atender el sistema de salud que estaba en proceso de colapsar. Pese a los intentos de dotar de más equipamiento; en junio la gente moría en las calles y en puertas de los hospitales, las morgues estaban llenas y la economía empezaba a desplomarse.
En ese momento ocurrieron dos cosas. La primera fue el reclamo de la gente que demandaba gestión y no campaña a la Presidenta. Y la segunda se trató de la denuncia de corrupción en la compra de respiradores.
“El insólito y bullado caso corrupción, en el momento más delicado de la pandemia, por la compra de los 170 respiradores artificiales con grosero sobreprecio se constituyó en una estocada mortal para Áñez y el Gobierno de transición”, observó Tellería.
A esto se sumó el colapso de la economía. Las personas que viven del día ya no podían sostenerse sin trabajar y las empresas comenzaron a despedir a su personal, pues tampoco estaban generando ingresos.
Se anunciaron planes de trabajo, pero no se concretaron. Al contrario, el Ministerio de Economía tuvo a tres titulares diferentes y ninguno logró evitar la caída.
“Hizo un pésimo manejo de la economía de Bolivia. Tuvo por lo menos tres ministros de Economía y que salieron con medidas ineficaces, mucho anuncio y nada concreto. Adicionalmente, estos tres ministros dieron una pésima imagen, principalmente para los sectores más empobrecidos”, observó el analista Carlos Cordero.
Para agosto la situación del país había llegado al extremo. El ministro de la Presidencia, Yerko Núñez, apareció ante los medios para comunicar que el 2 de agosto se daba por cerrado el año escolar. Bolivia era el único país en el que se tomó una medida de esa magnitud, lo que despertó alarma en el interior y el exterior.
Conflictos
Al día siguiente, el 3 de agosto, la Central Obrera Boliviana y los movimientos sociales afines al MAS instalaron bloqueos en más de 100 puntos de las principales carreteras del país, excepto en Pando. La demanda de estos sectores era la fijación de la fecha de las elecciones nacionales para que el Gobierno transitorio llegue a su fin.
En ese momento, Áñez sobrepasó con tres meses el tiempo que debía permanecer en el Gobierno. Finalmente, llegó a extenderse el doble de lo que en un inicio se estableció.
Según la analista política María Teresa Zegada, la prolongación en medio de un escenario tan tenso generó una sensación de una gestión completa y con resultados deficientes de administración del Estado.
“Al haberse extendido demasiado se sintió como una gestión de gobierno neoliberal con una profunda crisis económica por el efecto de la cuarentena. Se llegó a generar una sensación en muchos sectores que con el Gobierno del MAS estábamos mejor”, considera la analista.
Durante los conflictos de agosto, además, era necesario gestionar el paso de cisternas de oxígeno desde Santa Cruz hacia Cochabamba y La Paz. Este insumo es fundamental para el tratamiento de pacientes con coronavirus.
Se estima que más de 30 personas fallecieron a causa de la falta de oxígeno medicinal. La Iglesia, el TSE y organismos internacionales mediaron para instalar el diálogo y lograr la pacificación del país con la fecha del 18 de octubre establecida para las elecciones nacionales.
La crisis política, la económica, la pandemia y las denuncias por supuesta corrupción gastaron la imagen de la presidenta Áñez y su entorno más cercano. Las encuestas ya no le daban un porcentaje alentador.
Es así que el 17 de septiembre, un mes antes de las elecciones, Áñez declinó su candidatura a la presidencia del país. “No es un sacrificio, es un honor”, es la frase más sobresaliente del mensaje grabado que presentó la mandataria para su renuncia a la carrera presidencial .
Analistas y políticos califican esta acción como positiva y valiente para limpiar en algo su imagen. Empero, para Tellería es muy improbable que Áñez tenga algún futuro político, al igual que su partido Demócratas.
“Creo que ningún futuro(... ) Será víctima, más bien de una sañuda persecución judicial, sin las garantías que otorga un Estado de derecho (...) La imagen de los Demócratas después de esta elección y la anulada del 2019, quedó en el subsuelo”, dijo Tellería.
El MAS nunca reconoció a este Gobierno, más bien siempre lo calificó como “de facto”. Miembros de oposición ven en la gestión de Áñez uno de los motivos para la victoria del MAS por sus deficientes decisiones.
La gestión de Áñez también fue trabada por el Órgano Legislativo, manejado por el MAS, que paralizó varios créditos necesarios para el trabajo del Ejecutivo. El Legislativo también censuró ministros y elaboró normas para limitar la gestión presidencial.
En tanto, otro sector de la población considera que la pandemia fue un factor que nadie esperaba. Ahora, la calificación a este Gobierno queda en sus manos.
LA CRISIS EDUCATIVA QUE NO SE SUPERÓ
La crisis en la educación comenzó en octubre de 2019. Los escolares terminaron el año sin haber pasado clases un mes por los conflictos poselectorales.
La dirigente del Magisterio, Norma Barrón, señaló que esto llevó a la adecuación de la currícula de 2020. Se debía cubrir los conocimientos que quedaron a la deriva el 2019 y llevar adelante la presente gestión.
Sin embargo, llegó el coronavirus a Bolivia y el 15 de marzo se dejaron de lado las clases presenciales. Los conflictos de conexión y acceso a la tecnología llevó causaron que el Gobierno cierre el año escolar el 2 de agosto.
ÁÑEZ ENFRENTÓ DOS CRISIS DE GABINETE EN 11 MESES
REDACCIÓN CENTRAL
La posesión de Jeanine Áñez como presidenta estuvo acompañada de la selección de un grupo de acompañantes para ser parte del gabinete. En 11 meses de gobierno, la mandataria se encontró con dos grandes crisis entre sus ministros y otras más pequeñas.
En total, Áñez juramentó a 34 jefes de cartera, realizó 17 cambios. SÓlo siete ministros del primer gabinete finalizaron toda la gestión.
Las primeras crisis ocurrieron con la salida de la ministra de Comunicación, Roxana Lizárraga, quien además se fue denunciando una cúpula que rodeaba y aislaba a Áñez. La siguiente, casi inmediata, fue la del ministro de la Presidencia, Jerjes Justiniano, abogado defensor de los denunciados por violación del caso de La Manada en Santa Cruz.
Luego, llegó la primera crisis fuerte; el 8 de mayo. Jeanine Áñez posesionó entonces a dos ministros: Óscar Ortiz en la cartera de Desarrollo Productivo y a Fernando Vásquez, como titular de Minería. Además, destituyó a Rafael Quispe de la dirección del Fondo Indígena.
Las denuncias y la situación de pandemia llevaron a que estos cambios visibilizaran una inestabilidad para manejar la cosa pública.
La segunda crisis de gabinete ocurrió el 28 de septiembre. Los ministros de Economía, Óscar Ortiz; de Trabajo, Óscar Mercado, y de Desarrollo Productivo, Abel Martínez, renunciaron por diferencias con el Gobierno transitorio.
