Imaybé, la chiriguana que se convirtió en un bello toborochi
Los españoles arrasaban todo a su paso y no perdonaban la vida de indígena alguno. El objetivo era tomar esclavos, exterminar a los aguerridos y conquistar a como dé lugar los territorios del ahora Chaco tarijeño.
Los chiriguanos intentaron hacerles frente, tanto a punta de lanza como en son de paz, pero ni uno ni lo otro dio resultado. La ofensiva conquistadora no se detenía y los hombres del cacique Chimeo y guiados por el joven Iñiguazú caían uno tras otro.
Las mujeres intentaron escapar junto a sus hijos. En el grupo estaba Imaybé, la bella esposa de Iñiguazú, embarazada de nueve meses, quien gracias al terreno de la selva y su vegetación logró esconderse para dar a luz. Sin embargo, los invasores le pisaban los talones y su suerte parecía estar echada.
De pronto Tumpa, el dios de la selva, oyó las súplicas de la madre. Cuando los españoles llegaron al sitio donde estaba, sólo encontraron un frondoso toborochi, pero ni rastros de la mujer y del niño.
La historia está en el libro “Leyendas y tradiciones”, escrito por el tarijeño René Aguilera Fierro, y es una de las tantas que surgen del Chaco de Tarija.
El investigador Miguel Molina recuerda que la forma de este árbol, cuyo tronco se encontraba en la Alcaldía de Entre Ríos luego de la construcción de la carretera al Gran Chaco, es ciertamente caprichosa.
“Es medio abombado, arriba está todo el follaje, pero abajo termina como que en punta, una caprichosa manifestación de la naturaleza (…) Parece una madre agarrando a un niño de brazos”.
Ánfora de greda
La curvilínea silueta de los toborochis y su inigualable belleza, insiparon a este mito que relata cómo el árbol fue antes de florcer, una niña.