Cóndores en riesgo
E n el Libro Rojo de la Fauna Silvestre de Vertebrados de Bolivia se cataloga al cóndor como un ave vulnerable y se señala que está amenazada, principalmente, por la expansión de la frontera agrícola, la desaparición de grandes mamíferos silvestres los cuales al morir eran su alimento e indudablemente la persecución directa o la caza furtiva de la especie por considerarla falsamente una amenaza para el ganado doméstico.
El cóndor también está amenazado por otros factores, como el tráfico, el maltrato y la tenencia ilegal. En el sur se añade otro riesgo: el envenenamiento, sumado a los ataques de los pumas y de los humanos que viven en las zonas donde esta especie habita.
Según un reporte publicado por RAI Bolivia y el diario Correo del Sur, los perros, pumas y humanos se han convertido en una trilogía peligrosa para los cóndores que, en los últimos tres años, fueron víctimas de muertes masivas en Tarija y Chuquisaca.
Mientras que esta es la situación en el sur del país, en Cochabamba, a través de la Gobernación, se trabaja en el monitoreo de estas aves con la intención de protegerlas, aunque muchas de ellas son rescatadas luego de pasar por situación de tráfico, tenencia o maltrato.
En el sur
En algunas zonas, los pobladores optaron por envenenar a los pumas, porque dañan a sus animales domésticos y a sus cultivos. Pero el daño colateral, ya que los cóndores mueren por comer los alimentos envenenados, aunque no se puede descartar que los comunarios también intenten envenenar a las aves, porque en algunas ocasiones se les atribuyó la muerte de sus animales. En tres años, solo por envenenamiento, en el país, murieron 45 ejemplares.
Aunque las amenazas son latentes para estas aves, en la comunidad La Ciénega, del municipio de Tarabuco en Chuquisaca, donde los cóndores suelen comer los restos de los animales, a menos de 200 metros de las casas, el compromiso de los habitantes de 10 comunidades del Área Protegida El Palmar (Chuquisaca) se constituye en un ejemplo de que la convivencia entre cóndores y humanos puede ser posible.
En peligro
Diego Mendez, biólogo del Programa de Aves Rapaces en Bolivia, señala que la población de cóndores en Bolivia es de alrededor 1.400, estos forman parte de los más de 6.000 cóndores que hay en Sudamérica, según un conteo realizado en 2014.
“Estaríamos hablando que, en Bolivia, probablemente, tenemos un quinto de la población global del cóndor, más o menos. Un 20% de la población global de la especie estaría en nuestro país”, sostiene.
El cóndor habita en los departamentos de La Paz, Oruro, Potosí, Cochabamba, Tarija y Santa Cruz, “donde la topografía es accidentada y agreste”, resalta Méndez.
El cóndor de los Andes es una de las especies rapaces más grandes del neotrópico. El largo de su cuerpo es de 120 centímetros, alcanzando una envergadura de 300 centímetros y un peso de alrededor de 12 kilogramos.
En Cochabamba viven en el cono sur, precisamente por el clima y la topografía, aunque algunos también han aparecido por Colomi.
Pese a su majestuosidad, en los últimos tres años, 45 cóndores murieron envenenados en tres ocasiones, aunque en una sola se estableció la evidencia de la presencia de veneno. En los otros dos casos las muestras no fueron tomadas a tiempo para el análisis en laboratorio.
El primer hecho ocurrió en febrero de 2021, en la comunidad de Laderas Norte de Tarija, cuando se reportó la muerte de 34 cóndores cuyos cadáveres yacían junto a un chivo, tres perros y otras aves carroñeras. Este fue calificado como biocidio, pero la investigación se estancó en la localización de los cuerpos y no hubo más seguimiento al tema. “Esta es una gran pérdida para la población de cóndores, porque hay que recordar que es una especie ya al borde de la extinción”, enfatiza Méndez.
El segundo hecho de muerte ocurrió en julio de 2022, en la comunidad de Cororo del municipio de Tarabuco, donde seis cóndores murieron por envenenamiento, luego de comer un perro muerto. En este episodio, algunas aves intoxicadas fueron rescatadas y después devueltas a su hábitat.
El tercer hecho sucedió en julio de 2023, en la comunidad de El Fuerte, en el municipio de Incahuasi, donde cinco cóndores perdieron la vida por envenenamiento. Esta hipótesis está debidamente probada, pues el resultado de un análisis de laboratorio, que mandó a realizar la Gobernación de Chuquisaca, determina que perecieron por consumir carbofuranos, además se encontró el cuerpo de un perro y de un zorro, lo que indica que comieron carne de esos animales.
Si bien los envenenamientos pueden ser considerados como no intencionales, también se consideran varias hipótesis. Una de ellas es el envenenamiento indirecto, es decir, que comen carne de animales que murieron a raíz de algún compuesto químico.
“Este método, esta forma de querer solucionar el problema, es un problema en sí mismo, no es ninguna solución”, explica Méndez y asegura que los cóndores, al ser carroñeros, “se alimentan de estas carroñas envenenadas y mueren”. Pero las víctimas no se cuentan de a uno, sino que “mueren muchos cóndores, hasta decenas”, debido a que estos animales suelen formar grupos para acabar con la presa, que no es otra cosa que un perro o puma envenenado. “Si se quiere es la amenaza perfecta o la amenaza más terrible para la especie”, resalta.
La segunda hipótesis tiene que ver con la intencionalidad directa de los humanos de eliminar a los cóndores, cuando los campesinos están plenamente convencidos de que sus animales domésticos murieron en las garras de estas aves.
Sin embargo, no hay suficientes pruebas para apuntar a los campesinos como exterminadores de la especie, pero tampoco se puede descartar esta hipótesis.
La muerte de este tipo de animales carroñeros tiene consecuencias serias en el ecosistema, sobre todo para la misma especie, debido a que la reproducción de esta es muy lenta y cada vez se avizora más la posibilidad de su extinción.
Un cóndor recién alcanza la madurez sexual entre los ocho y nueve años de edad, pero a ese tiempo hay que sumarle otros tres años que necesita para formar pareja, lo que quiere decir que a partir de los 12 años recién puede comenzar con su ciclo reproductivo.
Después, un cóndor hembra pone “un huevo en cada puesta”, que necesita de unos 60 días de incubación. Tras el nacimiento del pichón, este permanece seis meses en el nido al cuidado permanente de los padres hasta que aprenda a volar y, otro tanto, hasta que sea independiente, lo que demuestra que “el ciclo reproductivo es lento.
Entonces, explica el experto, si se produce una muerte masiva de los cóndores, al mismo tiempo, “esto es una gran pérdida para la población de cóndores”.
Adicionalmente, ambos hacen notar que en cada ataque masivo suelen morir cóndores en edad de reproducción, jóvenes y adultos, lo que es un impacto muy negativo para la población.
La protección de la especie es clave, por eso, los comunarios de las regiones donde viven los cóndores han hecho conocer su compromiso para cuidarlos. Sin embargo, falta socializar sobre el significado de esta ave, sobre todo con los más jóvenes.
Monitorean a los cóndores por GPS
Desde 2019, la Gobernación de Cochabamba trabaja en el monitoreo de las aves a través de transmisores GPS. La idea central es identificar las zonas donde permanecen las aves y se alimentan, esto con el afán de reducir la incidencia e intervención humana en esos sitios.
Los monitoreos revelan que los cóndores recorren las montañas de Cochabamba, Potosí y La Paz.
Según una explicación anterior de Diego Méndez, dos cóndores llegaron hasta Perú. Es la primera vez que se evidencia este recorrido.
En octubre, la Gobernación de Cochabamba liberó a Asiri, convirtiéndose en el quinto cóndor equipado con GPS en los últimos tres años.
En esa jornada, el ministro de Medio Ambiente y Agua, Rubén Méndez, anunció que próximamente se promulgará una ley para proteger al cóndor andino, considerado patrimonio nacional. Esta norma sancionará la tenencia, el maltrato y el tráfico de esta especie.