Los inversores ponen a Bolsonaro bajo presión para preservar la Amazonía
Río de Janeiro |
El gobierno de Jair Bolsonaro cambió el tono de su discurso sobre la preservación de la Amazonía brasileña ante la fuerte y repentina presión de inversionistas que le reclaman más esfuerzos contra la deforestación, aunque ahora tendrá que pasar a los actos para convencerlos.
El simple hecho de que el vicepresidente Hamilton Mourao, a cargo del Consejo de la Amazonía, se comprometiera el miércoles a "reducir a un mínimo aceptable" la deforestación y los incendios en la mayor selva tropical del planeta se ve como una pequeña revolución.
Hace poco menos de un año, Bolsonaro se mostró desafiante cuando la comunidad internacional, con el presidente francés Emmanuel Macron a la cabeza, se alarmó al ver que la Amazonía, un "bien común de la humanidad", era devorada por los incendios.
El mandatario ultraderechista trató de minimizar el problema y denunció un complot "colonialista" que amenazaba la soberanía de Brasil.
En su emisión en directo de los jueves en Facebook, Bolsonaro volvió a la carga: "Europa es una secta ambiental. (Los europeos) no preservaron nada de su medio ambiente, pero no paran de disparar contra nosotros de manera injusta, porque esto es una disputa comercial también", declaró.
El tono del gobierno empezó a cambiar sin embargo cuando representantes de fondos de inversión que manejan cerca de 4 billones de dólares amenazaron el mes pasado con dar la espalda a Brasil.
"Ahora la presión no viene de un jefe de Estado, sino de inversores, y eso cambia las cosas", dijo André Perfeito, economista de la consultora Necton.
Durante una videoconferencia la semana pasada, los representantes de los fondos expresaron sus preocupaciones y el vicepresidente Mourao reconoció que las lindas palabras no eran suficientes.
"En ningún momento los inversores se comprometieron a invertir, ellos quieren ver resultados, una reducción de la deforestación", dijo Mourao tras la reunión.
Sin plan concreto
La amenaza de los inversionistas fue tomada muy en serio por el gobierno, más que nunca necesitado de fondos para reimpulsar una economía fuertemente golpeada por la crisis del coronavirus.
"Para salir de la crisis, el gobierno cuenta con las inversiones extranjeras, muy importantes para una serie de áreas como saneamiento e infraestructura", señala Rubens Barbosa, exembajador de Brasil en Estados Unidos y director del Instituto de Relaciones Internacionales y de Comercio Exterior (Irice).
Casi una veintena de exministros de Economía y ex presidentes del Banco Central de Brasil advirtieron esta semana en una carta abierta que la falta de esfuerzos contra el calentamiento climático podría tener consecuencias "mucho más graves que las de la actual pandemia".
Los defensores del medio ambiente no se hacen mucha ilusión sobre el cambio de discurso de un gobierno que ya se dijo dispuesto a abrir territorios indígenas y reservas naturales protegidas para la explotación minera y de la agropecuaria.
Las cifras revelan una deforestación récord en el primer semestre de 2020, un 25 por ciento superior a la del mismo periodo de 2019.
En mayo, el gobierno desplegó a las Fuerzas Armadas en la Amazonía para combatir los incendios que la arrasan cada año en la estación seca.
Sin embargo, el vicepresidente Mourao reconoció que las operaciones se iniciaron "muy tarde".
El resultado es que Brasil tuvo su peor mes de junio en 13 años por los incendios en la selva, generalmente causados por agricultores que queman la maleza en zonas deforestadas para cultivar la tierra o alimentar al ganado.