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Señores: ustedes que despotrican contra la “derecha” y sus variantes, reflexionen: Hasta un dictador como Pinochet, emblema del abuso y de lo reaccionario en América Latina, se retiró a su casa cuando el pueblo dijo no
Después del oscuro periodo de sangrientos regímenes militares amparados en la Doctrina de Seguridad Nacional en América Latina, las transiciones democráticas significaron procesos de gran complejidad, en parte debido a que los dictadores y sus acólitos eran muy reacios a abandonar el dulce del poder. Es por ello que los investigadores Guillermo O’Donnell y Philippe Schmitter compararon a las transiciones democráticas con un juego de ajedrez con innumerables superficies, muchos jugadores y sin regla alguna. Por ende, tuvo que generarse considerable movilización para lograr la anhelada apertura. Se plasmó en agotada carne propia ese proverbio que indica que no hay mal que dure cien años, ni pueblo que lo resista.
Uno de los casos más ilustrativos al respecto, fue la transición democrática que cerró la dictadura de Pinochet en Chile, el último régimen autoritario de la región en caer. Sucedía que el mandamás no se quería ir. Sin embargo, a finales de la década de 1980, la presión internacional contra el autoritarismo se hizo insostenible, el régimen terminó en férreo aislamiento diplomático con bochornosas anécdotas, como aquella en la que Ferdinand Marcos se negó a recibir a Pinochet en Filipinas. Para ese momento, los sectores sociales contra la dictadura en Chile eran imposibles de acallar. En conclusión, se acordó la realización de un referéndum que estableciera la permanencia o no del gobierno militar. La mayoría optó por el retiro del tirano. De esa forma, y a pesar de su porfiado y opresor espíritu, Pinochet se recogió a su casita.
Décadas después, aparentemente en América Latina dejamos atrás ese triste pasado de dictadores acostumbrados a hacer y deshacer a su antojo la institucionalidad y los destinos de los países; hoy gozamos de una imperfecta democracia que, allende sus limitaciones y falencias, implica la posibilidad de estar escribiendo esto. En ese sentido, increíble que en una Bolivia democrática, presenciemos el vergonzoso intento de desconocer un mandato soberano que se expresó en un referéndum y todo para que los actuales gobernantes pretendan seguir en el poder.
En primer término, ¿es lógico que se gastaran millones de nuestro sudor en un plebiscito, para luego desconocerlo porque no les agradó el resultado? Señores: ustedes que son aficionados al deporte, ¿les parece ético, limpio, honesto, desechar un mecanismo que ustedes mismos organizaron, fomentaron y auspiciaron, debido a que les tocó perder? ¿Para qué diablos se fomenta la ilusión de que podemos decidir, si posteriormente botarán el tablero a su conveniencia? ¿Qué nos asegura de que no pasará algo similar en elecciones futuras si no les gusta el desenlace?
Nos argumentan que la votación del referéndum fue influida por los escándalos en los que se vio involucrado el Presidente a consecuencia de sus propios actos. ¿Creen que somos opas? ¿Que no poseemos criterio y sesos suficientes para discernir la realidad y tomar una posición? Por otro lado, ¿cómo es dable que el MAS condicione su permanencia en el gobierno a la continuidad de una persona? ¿No es un partido lo suficientemente capaz de conformar cuadros políticos? ¿Los militantes del MAS tienen tan denigrada su imagen que ven desmoronarse el proyecto político que sostienen sin la permanencia de un caudillo?
Señores: ustedes que despotrican contra la “derecha” y sus variantes, reflexionen: Hasta un dictador como Pinochet, emblema del abuso y de lo reaccionario en América Latina, se retiró a su casa cuando el pueblo dijo no. Tengan un mínimo de dignidad y coherencia. No es no.
La autora es socióloga.
Columnas de ROCÍO ESTREMADOIRO RIOJA