Cocaleros VIP
La granizada de críticas que han recibido las declaraciones del presidente Morales, al afirmar que “el cato de coca ya es para peones” (11-12-18) –es decir, la coca ya no sería la base económica de los cocaleros que no son peones– no repara, primero, que se trata de una novedad que le transmiten al mandatario sus compañeros que viven en Chapare y, segundo, que esa apreciación puede contener información significativa.
La idea de que existen algunos –los cocaleros VIP (personas muy importantes en inglés)– que prefieren, o pueden, dedicarse al cultivo de frutas, peces o abejas exagera algunas realidades y silencia otras, pero, también refleja ciertos aspectos de la evolución social y económica de esa franja social, primer sostén y custodio del régimen.
El primero es que la diferenciación social entre los cocaleros –más allá de la geográfica entre Yungas y Chapare– se ha profundizado y acelerado, dentro de la más pura lógica capitalista. Se ha consolidado un sector muy definido de cocaleros patrones, que acumulan capital, mucho más rápida y abundantemente, que los cocaleros peones, a quienes contratan para trabajar sus cultivos de coca y otros.
Los segundos dependen en términos absolutos del cultivo de la hoja y, con seguridad, representan una proporción mayoritaria porque, como en cualquier otro negocio, los cocaleros prósperos, los patrones que contratan a los peones, son los menos y son además quienes tienden a constituir la minoría que encabeza las organizaciones y acaparan posiciones de mando. Los peones no tienen tiempo, ni recursos para esas otras actividades y, menos, para gestionar nuevos negocios y arriesgar capital en ellos.
Pero, pese a las crecientes diferencias, hoy se sienten muy bien representados por la minoría poderosa, de la que proviene el propio presidente, cuya figura les inspira la idea de que algún día podrán convertirse en patrones y, quien sabe, imitar la carrera de su mayor representante,
Los cocaleros patrones ciertamente han diversificado su economía, no sólo, ni principalmente en los rubros mencionados, ni en actividades ilegales. Mercantilización de tierras, comercio, ganadería, transporte y empresas de construcción y urbanizaciones, son dinámicas actividades que avanzan veloces y a simple vista en la región. Eso explica la presión ejercida por todos los cocaleros de la zona (VIP y no VIP) para avanzar sobre el Tipnis, para ampliar, más que nuevos cocales, la diversificación de los capitales acumulados, hacia esas otras actividades, ciertamente, mucho más rentables que la fruticultura o la cría de peces.
Que el presidente se permita bromear sobre sí mismo, actitud ciertamente excepcional, cuando dice que habla como productor de coca y agrega socarronamente, “bueno, ni tan productor ahora” (je je), nos indica claramente cuán tranquilo y predispuesto a la confidencia se hallaba, reposando un instante de su actual frenética campaña para convencer al país de que la Constitución no ha sido violada, que se respeta el voto popular, o que el TCP y el TSE son independientes, imparciales y confiables.
Lo que pasa con los cocaleros de Chapare, se verifica igualmente entre otros sectores que son base del régimen, como los campesinos, donde los negocios del mercado de tierras están consolidando nuevos empresarios; o con los comerciantes que importan bienes de consumo, principalmente de China, y, desde luego, con los cooperativistas mineros. Son las corporaciones que registran importantes tasas de concentración de capital, buscando imitar la ruta de las empresas convencionales. Son los sectores que continuarán acumulando poder e influencia, si el régimen logra permanecer, o la cabeza de los que resistan modificaciones y, por eso, los que demandarán agresivamente políticas que los tomen en cuenta, de parte de nuevos gobernantes.
Si estos no están preparados para afrontar esa situación, para negociar, para trazar nuevas rutas y cultivar hábitos distintos al verticalismo, imposición y arbitrariedad, al que nos han acostumbrado los que se proponen quedarse a cualquier costo, sus esfuerzos no alcanzarán para iniciar y mantener el giro hacia un nuevo modelo de desarrollo, una vida democrática liberada de caudillos y abusos y una justicia que deje de estar subyugada por los VIPs viejos, o por los nuevos o los muy nuevos, también.
El autor es investigador y director del Instituto Alternativo.
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