Miedo al debate
Cuando todavía está fresco el grosero desconocimiento a la voluntad popular del 21F, Evo Morales asegura que “las elecciones se respetan”. Los ciudadanos que aspiran a recuperar un Estado de Derecho tienen serias dudas sobre la palabra del mandatario que, según los “mazis”, hace de la verdad “un culto” y del diálogo “una virtud”. “Nunca miente” –añaden los MÁS llunkus– desafiando la certeza de videos y fotografías donde Morales, en caso de perder, afirmaba que se iría a su casa porque no podía “hacer un golpe de Estado”.
La realidad es más compleja y escandalosa que una telenovela turca. El presidente “indio” violó su propia Constitución y es, de nuevo, candidato por un “proceso de cambio” que no puede cambiar a un binomio de cachafaces: la eternidad de lo mismo, tal su profundidad y originalidad ideológica. Esta fórmula insulta la inteligencia de los bolivianos con frasecitas que dejan perplejos a su “pueblo”. Una de ellas, para rehuir un necesario debate de candidatos a la presidencia, sostiene que Morales “sólo debate con el pueblo”. Lógica absurda, también miedo. La frase es equiparable a una carrera de caballos donde el jinete favorecido por las apuestas argumenta que no quiere correr con los otros jinetes porque lo hace con el público.
Lo deseable sería dos debates. El primero entre todos los candidatos a la presidencia y, el segundo, entre los dos con posibilidades de ganar. Esto evitaría que el contraste de programas de gobierno degenere en desafíos insustanciales: Mesa desafía a Morales, Ortíz desafía a ambos, otro candidato previsible va a desafiar a los tres anteriores y así… hasta que Álvaro García Linera desafíe a todos (incluido su jefe) porque le “daría pena” abusarlos uno por uno.
No va a suceder. Morales y los “mazis”, por no perder los privilegios y canonjías del poder político, han hecho de la mentira, el despilfarro de los recursos del Estado, la manipulación y el disimulo un arte y una forma de sobrevivencia. La hipercorrupción es una prueba para los incrédulos. La herencia “revolucionaria” de Morales y compañía no es la crítica ni el diálogo. Todo lo resuelven a golpes y rodillazos, y si se trata de usar ideas, recurren a los cabezazos. Los “movimientos sociales”, por su parte, están sometidos a un grupo palaciego que los ha castrado intelectualmente: han perdido su independencia de razonar y han adquirido prácticas cortesanas.
La ausencia de un debate presidencial es indeseable porque fomenta una visión caudillista, prolonga el servilismo, distorsiona la democracia. Y, lo grave, reproduce la idiotez. Los intelectuales asalariados del MAS guardan silencio sobre el miedo de su jefe a debatir el tema imprescindible de futuras elecciones: la reelección indefinida. ¿Qué pasará cuando un “vende patria” quiera y pueda eternizarse en el poder?
Si se tienen propuestas no hay miedo al debate. Claro que Evo Morales tiene muchas. Puede repetir, no las mentiras (ya sabemos que él no miente), sino la futurología del vicepresidente que, con pasión de melodrama, alertó lo que pasaría si Morales se fuera: “Va a haber llanto y el sol se va a esconder, la luna se va a escapar y todo va a ser tristeza para nosotros”. Un síntoma MÁS de una ignorancia que García Linera atribuye a la oposición. Nada nuevo en el “proceso de cambio”: todo viejo, viejísimo y repetitivo incluso en tiempos de María Castaña.
Lo novedoso, ayer como hoy, es que al palacio presidencial hay que entrar por la puerta principal. La de atrás no sirve. Rectifico. Está reservada para dictadores y malentretenidos. La democracia, escribo para los “mazis”, se construye contrastando ideas y con votos limpios: no violando leyes ni pisoteando la voluntad popular. Vale.
El autor es economista y filósofo
Columnas de GUSTAVO V. GARCÍA