Indígenas e “indios”
En el Gorgias de Platón, Sócrates prefiere sufrir una injusticia que cometerla. Cualquier otro comentario es circunstancial y redundante para la ética. ¿Qué es, sin embargo, una injusticia en sociedades donde lo blanco es gris y lo negro… asimismo?
La previsible Historia universal de la impostura va a desnudar doctrinas y símbolos todavía nefastos. “Son pocos; pero son...”. Su efectividad oculta y perpetúa problemas “solucionándolos” con ilusiones. Agotan un ciclo y repiten otro: avanzan retrocediendo. El pasado los define y acredita para resolver el hoy con el ayer: no hay mañana. Señalo los que despistan a MÁS de un ingenuo. El caudillo progresista, el mendigo en silla de oro, el mar cautivo, la sagrada hoja de la coca… y el “indio”.
Ser “indio” –en la postmodernidad– rinde MÁS réditos que un título universitario, una experiencia laboral, una cualidad ética o intelectual. Hace poco le preguntaron a un “mazi” sobre sus cualificaciones para ser alcalde. “No tenemos títulos” respondió “pero somos indios y así se nos discriminan”. Incoherencia gramatical y mendaz pose ideológica. El individuo recurre a la MASa que encubre y protege limitaciones personales: los trucos del débil. En nombre del “pueblo”, de “movimientos sociales”, de “pobres” o del “indio” se justifica lo absurdo. El eslogan, en el Proceso de Cambio, suplanta a la razón y el “indio” adjetivo desplaza al indio sustantivo.
Cristóbal Colón descubrió América, no al “indio” que fue inventado por Bartolomé de Las Casas. Ambos lo estereotipan en una identidad disímil: el animal. Colón alude al cobarde, caníbal, feroz y malo: una bestia que se puede esclavizar. Las Casas opta por manso, generoso, inocente y bueno: la oveja que hay que proteger. Para el obispo de Chiapas “todos los indios”, de la Florida a la Tierra del Fuego, andan desnudos y son iguales en las virtudes que les atribuye (¿“todos los bolivianos” somos cocaineros?). Tzvetan Todorov, en La Conquête de l'Amérique: la question de l'autre, critica al dominico y sus descendientes con una frase certera: “Las Casas aime les Indiens mais ne les connaît pas” (181) (Las Casas quiere a los indios,pero no los conoce). Añado que idealizar (denigrar) al “indio”, sin importar su especificidad, es una forma de incomprensión e incompetencia intelectual. El indio “blanco” de Las Casas, para otro, con argumentos opuestos y lógica similar, puede ser “negro”. Error e injusticia.
El “indio” subsiste en el simbolismo “bueno” o “malo” que ignora su realidad cotidiana. Su cultura –“folklore”– tiene valor (comercial) explotada por Kjarkas y yatiris de alasita expertos en khoas y amarres andinos y; para las turistas (femenino intencional), es atractiva por su exotismo y esplendor precolombino. MAS el contacto diario con culturas indígenas contemporáneas genera reacciones negativas. La mayoría se identifica con el “indio” (bueno) pero nadie quiere vivir al estilo indígena (malo). ¿Paradoja? Los advenedizos creen lo que les conviene: apropiación cultural perversa en unos, ingenua en otros. En la universidad de Salamanca conocí a una francesa que me dijo que le encantaban los indios aimaras, excepto a la hora de ir al baño.
Si los encomenderos explotaban y exterminaban al “indio” (malo), progresistas acríticos o hipócritas le niegan su identidad al perpetuar y (con)fundirse con el estereotipo “indio” (bueno): pereza intelectual e injusticia histórica. “Bolivia es un país de los cero kilómetros” Ignorancia… otra forma de (auto)engaño y explotación.
El abuso de rasgos biológico-culturales resulta obsoleto para definir una identidad indígena homogénea. Los antropólogos postulan que la miscigenación hace de América Latina un espacio mayoritariamente mestizo, verdad resistida por los “indios” como el cambio climático: se acabaría su “negocio” porque el “indio” se ha convertido en una doctrina racista que otorga canonjías a vividores y la “salvación” a cándidos seducidos por la superioridad ética de la víctima. Radicalismo y maniqueísmo –marcas totalitarias– incrementan su éxito entre supersticiosos voluntarios, MÁS fácil e “importante” que cualquier crecimiento del PIB.
Los verdaderos indígenas siguen postergados. Neoconquistadores “mazis”, con leyes del “indio” que vive en un palacio, invaden e incendian tierras comunitarias en nombre, ¿otra vez?, del “progreso” y la “civilización”. Los “azules inocentes” prefieren tolerar MÁS las indecencias y mentiras del presidente “indio” y su pandilla de disfrazados, que respetar y ser solidarios con los indígenas que marchan por defender su hogar (X Marcha por la Chiquitanía). El “indio”, para ellos, es mejor que todos los indígenas juntos. El diablo en la cruz e incendiarios en el poder. Impostura.
El disfraz de “indio” ofende al ser humano: “bestia” para blancoides conservadores y “mascota” (animalito) para extranjeros paternalistas. Mejor pensar y asumir una identidad sin máscaras siquiera seamos, aporte de la tragedia griega, “personas”. ¿Anomalía? Vale.
El autor es economista y filósofo
Columnas de GUSTAVO V. GARCÍA