Evo: el supremo lastre
Al mismo que cometió el delito de fraude, ya también unos penosos funcionarios a cargo del llamado Tribunal Constitucional Plurinacional salen con la infame pretensión de “indemnizarlo” y encima regalarle un montón de plata (no la de ellos mismos, claro, sino la pública). A cualquiera que vea cosas así desde fuera, ésta debe parecerle una nación estropeada, irrecuperablemente anclada entre el folklore, la corrupción y la total degradación institucional. O, en otras palabras, secuestrada por el MAS.
Ese episodio del circo nacional es posterior, además, a aquel otro en que el mismo personaje quiso hacer sentir la ira tropical y la propia al escuchar que un ministro (que luego pediría perdón poco menos que de rodillas) habló de las fortunas hacederas por quienes se encuentran en situaciones de oportunidad y cercanía con el complejo coca/cocaína. Que se ose decir algo así molestó muchísimo a los apóstoles de la inocencia.
Todos sabemos, por otra parte, que no se puede estar más “narcovinculado” que el propio Evo. Él es, (in)directamente, un eslabón esencial en la cadena de producción de cocaína. Las federaciones que dirige, en efecto, son las proveedoras, a gran escala, de la materia prima necesaria para la rudimentaria elaboración de pasta base (que “todos” hacen en el Chapare, como me repite alguien que vive ahí), cuando no para sofisticados laboratorios del cristal. Evo conocía perfectamente a muchos productores de la “merca”. Hubo, o hay, quienes fueron sus primeros compañeros, sus “hermanos”, desde aquellos días de los primeros bloqueos en el Chapare, que a la postre lo llevarían a la presidencia. Y si ya hace mucho que se sabe que toda la coca del Chapare va a la cocaína, ¿por qué no se lo había enfatizado lo suficientemente claro?
Todo eso lo contaba, con pelos y señales y gran conocimiento de causa, Filemón Escóbar a quien quisiera escucharle. Él mismo, recordarán, le pedía a Evo que le diera el puesto de zar antidrogas en el Chapare. Filemón quería entrar a mover ese avispero, o así lo contaba, pero Evo de ninguna manera permitiría, le dejó claro, que nadie vaya a perturbar el Complejo. También todos recordarán que, durante el legítimo gobierno transitorio de Jeanine Áñez se estaban pescando, casi diariamente, un montón de fábricas de cocaína en el Chapare. Pero esa pesadilla hace rato que acabó para los fabricantes.
Desde que Evo volvió al Chapare, dejaron de molestarlos. Ya sólo falta, a estas alturas, que cualquier tarea antidroga en el Chapare sea tildada como “de derecha”. Que el “imperio” está detrás. La vinculación de Evo con el aprehendido Dávila, pez gordo del narcotráfico, sólo confirma el permisivo ambiente general de un país cuya economía ya es inextricable de los dineros malhabidos.
Piedra en el zapato, incordio general, ni las ínfulas ni las ganas de meter bulla del supremo jefe se detienen y sin cesar lastran la política. Otro patético ejemplo: Feliciano Vegamonte, recordado por incendiario y loteador en la Chiquitanía, aparece ahora a la cabeza de una Comisión de Ética (¡aunque usted se mate de risa!) del MAS, acusando a otro correligionario por haber dudado del Jefazo.
Y hay todavía más cosas, aún más espantosas, como la cometida a favor del complejo coca/cocaína, ya también de parte de los funcionarios de YPFB, enorme institución actualmente rebajada a ser otro nido de corrupción, al mismo nivel que Tránsito, las aduanas, las cárceles, la justicia… ¿Ya qué no?
Es directamente como un robo que hay que entender el caso en el que, a título de “compensación” de algo que ni les corresponde ni se sabe de qué sombrero se lo sacaron, YPFB les abona más de 5 millones de bolivianos de regalo a Evo y a las ya millonarias federaciones cocaleras, esas proveedoras de materia prima para la fabricación de cocaína.
Fraudulento, narcovinculado y eterno vividor de grandes cantidades de dineros públicos, Evo Morales es un lastre para todo el país y para el mismo Gobierno e incluso hasta para su propio partido, que no podrá despegar hacia ninguna parte mientras lo tenga pataleando al fondo.
Sin hablar de que el nefasto personaje es otra amenaza suplementaria para la democracia, ya en aprietos y muy maltrecha. Su altanera amistad con reconocidos cleptócratas y criminales pareciera subrayar una complicidad preventiva, aprobando implícitamente asesinatos y encarcelamientos arbitrarios contra las poblaciones y acabando, así, de ensuciar aún más la ya deplorable y vergonzosa (con toda razón) imagen de Bolivia en los escenarios internacionales.
Lastre que incuba el desastre o piedra en el zapato que arruina todo el zapato, Evo se las sigue dando de supremo. Y en efecto el supremo, el peor lastre de la política nacional. Esperemos que se hunda él solo y no con todo el país.
Columnas de JUAN CRISTÓBAL MAC LEAN E.