El desastre integral
No es fácil comprender todos los alcances del desastre integral. Éste se instala más allá de los problemas parciales, locales y relativos. Donde se hace más visible, en un caso como el de Bolivia, es en la degradación o destrucción de las instituciones e incluso ministerios: la Fiscalía, la Defensoría del Pueblo, el INE, el Tribunal Electoral, la Cancillería, el Ministerio de Culturas, el Banco Central, las AFP, policías y militares, la Contraloría, las embajadas, los aeropuertos, muchas alcaldías, gobernaciones, el Servicio Nacional de Áreas Protegidas, el Ministerio de Trabajo, el sistema educativo, el Ministerio de Minería, las universidades y etcétera, etcétera. Todas instituciones rotas, destruidas, corrompidas, degradadas tras su toma política; quedan sus pedazos por el suelo, como cuando una vajilla se rompe. Y desde esos pedazos, “gobierna” algo que se nos quiere hacer creer que es un gobierno.
En cuanto a los desastres relativos, sectoriales y puntuales que desde siempre acechan a cualquier gobierno, en cualquier parte, esos todavía se pueden solucionar, diagnosticar, etc. Mientras las instituciones estén en su sitio y cumplan con su trabajo, de eso se trata justamente, ése es su trabajo. Pero eso vale cuando, todavía y mal que mal, el conjunto aún se sostiene, mantiene alguna dirección, es capaz de sobreponerse a problemas puntuales si los atiende. Sin embargo, esa voluntad enmendatoria ya no sirve de nada, o llega tarde, cuando el desastre es integral y se ha roto el sistema general. En ese contexto y para ponerle una tenebrosa carcajada al asunto, Evo-el-Fraudulento va haciendo, ahora mismo, de golpista impaciente. Cuanto pueda empeorar, lo empeorará.
Paradojas de este desastre específico e integral: hay mucho dinero, la construcción de edificios en todas las ciudades no para y por lo menos por un par de años más, dicen los expertos, esto mantendrá las apariencias. Es decir, por muy quebrantado que esté el tejido social o por pisoteados que estén los valores morales básicos, igual la salud bancaria, por decirlo así, irá aguantando, aunque tenga alarmantes vaticinios y esté atrozmente endeudada. Desastre integral no significa necesariamente desastre final, pues a la hora de los alargues estos pueden extenderse indefinidamente.
De todas formas Arce, a este paso, ya debería leer o dar sus informes en alguna tribuna tipo Sábados Populares o algo así, todo alternado con música, números humorísticos, chistes, guitarreadas. Aunque no disimule sus tenebrosas amenazas.
Y respecto a la posición de este Presidente, o especie de presidente dentro del proceso de rotación de roles que tienen lugar entre ellos, se está produciendo una de esas malevas ironías de la historia: su propio fraude, en sus efectos retardados, los está destrozando a ellos mismos.
Dadas así las cosas, entre su propia desintegración y la que provocaron en el país y la sociedad misma, lo propio es que quieran huir de su propio estropicio hacia adelante. Ninguna mejor forma, entonces, que cayendo en ademanes dictatoriales, afilando fiscalías, juzgados, mazamorras. Empeorando lo que pueden. Ni están a la altura de las situaciones que causan y con las que tiene que lidiar, ni tampoco tienen ni dan la talla para nada. De tropezón en tropezón, de caída en caída, la torpe ebriedad del poder les complica el paso y la visión.
Columnas de JUAN CRISTÓBAL MAC LEAN E.