Manuel Morales: “Bolivia en estos años ha globalizado el mercado de la cocaína”
Al cierre de esta edición el conflicto por la Asociación Departamental de Productores de Coca (Adepcoca) transitaba sus momentos más críticos. Sobre las causas de esta crisis y el circuito coca-cocaína uno de los analistas más aplicados a la materia, Manuel Morales Álvarez, conversó con OH.
- ¿Está tan bueno el negocio que Bolivia pasó de la guerra contra la coca a una guerra entre cocaleros?
- Bueno, algo de eso es cierto. Pasamos de la interdicción, de la erradicación, de la lucha porque no haya coca cero a una especie de narcoestado. Un narcoestado que promueve la producción de la hoja de coca de manera muy masiva. En ese contexto, hay una política, durante 14 años de Gobierno, de generar una guerra a las zonas no chapareñas de producción cocalera.
Hubo un muerto en Yungas de Vandiola (Cochabamba), luego hubo muertos en Apolo y en La Asunta. Pero no hubo ni un muerto ni un solo conflicto en el Chapare. Entonces, hay algo así como un cártel allá bajo la sombra del Estado. En ese marco se explican los problemas en los Yungas paceños: hay una política desde el Estado de intentar apropiarse del mercado legal de la coca, pero desde la militancia del Movimiento Al Socialismo (MAS). O sea, quienes tienen carnets azules quieren controlar ese mercado más, esa es la idea.
- ¿Cómo se plantea esta guerra si hablamos de bandos y objetivos?
- Es una especie de división política la que plantea el MAS. La clave está en el control del mercado porque genera una base social, política y económica. Con el control del mercado, el MAS pretende segregar a todo un segmento social. Es algo parecido a lo que pasó en el Fondo Indígena. Cuando lo dirigía Nemesia Achacollo, todos los que accedían a los proyectos eran masistas. Y las comunidades que no estaban de acuerdo o que no sabían que se estaba sacando dinero de ahí nunca se llegaron a beneficiar.
Es una especie de modus operandi que tiene el Gobierno. Es como la toma de la administración pública por parte de los militantes, una especie de corporativismo mafioso que se está produciendo.
- Si ganan, cuadra matemáticamente la denuncia sobre la figura de un Evo Morales entronizado como el “barón de la coca”. ¿No es cierto?
- Así es. Los últimos rumores señalan que una vez tomada Adepcoca irían a la unificación. Es decir, si Evo gana esta batalla, unificaría a las seis federaciones del trópico cochabambino con este nuevo conglomerado. Pero además, ahora se sabe, de acuerdo a datos oficiales, que se está produciendo coca en Beni y Santa Cruz. Entonces, se estaría yendo a la creación de nuevas federaciones en Beni y Santa Cruz.
También se dice que en los viajes que realiza Evo a Perú tienen igualmente objetivos en este tema: estaría buscando alianzas con cocaleros del VRAEM (Valle de los Ríos Apurimac Ene y Mantaro). Con ello generaría una base social incluso transnacional dedicada a la producción de hoja de coca, pero además muy vinculada al narcotráfico.
- ¿Cuán grande es el negocio de la coca en Bolivia en dinero?
- Si hablamos de coca–cocaína calculamos que se quedan en Bolivia más o menos mil millones de dólares al año. Es un negocio tan grande como la producción de soya o de algunos minerales. Hablamos de coca y de cocaína, no sólo de cocaína. El mercado de la hoja de coca aproximadamente mueve 400 a 500 millones de dólares anuales.
Es un negocio formidable. Son alrededor de 60 mil a 70 mil familias que mueven esa cantidad. No es lo mismo que los soyeros que suman, las de más poder y beneficios, a unas 300 familias. A aquel total se añaden unos 5.000 comerciantes que llevan la hoja de coca a diversas regiones. Es un negocio pujante que genera importantes ingresos y mucha estabilidad a las economías en La Paz, Cochabamba, Santa Cruz y Beni.
- ¿Ha crecido el mercado del masticado de coca en Bolivia?
- Sí, no deja de crecer la producción y el consumo. Según los informes de los últimos años, en Bolivia se producen casi 46 mil toneladas anuales de coca. Esto implica una zona de producción de casi 31 mil hectáreas. Según cálculos más moderados, el mercado interno se podría abastecer con entre 8.000 y 14 mil hectáreas, entonces hay unas 15 mil hectáreas excedentarias anualmente. Ese excedente se va directamente al narcotráfico.
- ¿Cómo ha ido la dinámica del narcotráfico en los últimos años?
- Ha tenido un crecimiento geométrico. El dato más revelador que tenemos es que casi el 100 por ciento de la cocaína boliviana está destinada a Brasil, Paraguay, Chile y Argentina. Es decir, es una producción destinada al sur, casi ya no hay cocaína que vaya al norte. Pasa que Bolivia se halla lejos de Estados Unidos, México mientras que Colombia y Perú están más cerca y tienen una producción muy grande.
Entonces, la política antidrogas de Evo Morales, desde 2008, cuando retira a la DEA, se orientó a proveer a un nuevo segmento: Europa que, vía Brasil, está siendo suministrado. Esto ha cambiado los hábitos de consumo, sobre todo con el masivo consumo de crack que hay en Brasil. Allí la cocaína se mezcla con bicarbonato de sodio y ha penetrado a los sectores populares.
También el tráfico que hay en el norte argentino, mezclado con el tráfico de marihuana, es terrible. Es impresionante la cantidad de bandas criminales que hay en Argentina y, mucho más, en Brasil. Ahora, además, se está irradiando mucho más hacia Chile y Paraguay. Entonces, la política de Evo Morales desató un giro, hubo un antiimperialismo real en la producción de cocaína en Bolivia: se dejó de suministrarla a Estados Unidos y, en su lugar, se la suministra a Brasil que hoy es el segundo consumidor mundial de esta droga.
- Aparte de ser zonas de consumo masivo, Brasil y Argentina resultan a la vez puentes hacia Europa, vía África, ¿no es cierto?
- A Europa y también a Asia. Están llevando a los países árabes. Hay potenciales mercados nuevos en África y Oriente Medio. Mientras que la cocaína colombiana está yendo por el Caribe, vía Venezuela, los cárteles mexicanos, hacia el norte. Pero esta otra historia está invisibilizada porque se trata de fronteras y costas tan grandes, Brasil y África, por las que transita que se pierden las rutas.
- ¿Cómo incide la política del MAS en la globalización del consumo de cocaína en el mundo?
- Bolivia, en estos últimos años, ha globalizado el mercado. La cocaína boliviana ha incursionado en nuevos mercados que no estaban siendo satisfechos. Por eso, hablamos de un negocio promisorio, pero que sería imposible sin la participación de estamentos del Estado boliviano. Para ello, el control que ha tenido esa especie de cártel del Chapare del Gobierno ha sido clave. Toda la política no sólo antidrogas, sino ligada a otras leyes y políticas está promoviendo esto.
- Paralelamente, parece sentirse menos fuerte o más tolerante la política internacional, especialmente la estadounidense. Los anuncios de “descertificación” de la lucha boliviana suenan a mero trámite, a diferencia de lo que sucedía en el pasado. ¿Por qué?
- Suena a pasada de moda. Como ya no se intercambia cocaína por dólares o armas, entonces que Estados Unidos certifique o no al gobierno masista no le afecta. En este momento al narcotráfico boliviano le afectaría una fuerte política antidrogas de Brasil o del Cono Sur. Pero se ve que les conviene que llegue cocaína. Entonces, hay también una especie de tolerancia de esos Estados. Por ejemplo, Francia estaba hace ya varios años financiando la compra de unos radares para instalarlos en la frontera con Paraguay. Hasta ahora no se ha puesto nada de eso, pese a que el Estado boliviano dio un adelanto. No hay interés de frenar el narcotráfico tampoco en los países vecinos porque está generando una lubricación muy grande de sus economías.
- ¿Qué consecuencias sociales surgen de semejante escenario?
- Son terribles. Sobre todo el hecho del consumo de crack ha devastado a sectores urbano populares del Brasil. Hay un consumo impresionante de crack en las cárceles y en los barrios populares de Sao Paulo o Río de Janeiro. El crack genera un nivel de adicción y daño mucho mayores que la cocaína pura o refinada, o sea que el clorhidrato de cocaína. Se narra que en los consumidores de crack, el golpe del consumo es muy fuerte, pero la caída es muy rápida. Entonces, inmediatamente les cae el efecto están dispuestos a robar y a matar para conseguir dinero en busca del placer que les da la droga. Por eso, los niveles de adicción y violencia son mucho mayores.
- ¿Y cómo va el consumo de drogas en Bolivia? ¿Ha crecido?
- De cocaína sí, pero no es muy grande, tiene un segmento. Pero la marihuana está descontrolada y se está produciendo un inmenso volumen de esta droga en gran parte del país. Hay un consumo interno muy grande, sobre todo en estudiantes y clase media.
- Es notorio cómo llega cada vez más fruta extranjera, incluso a los Yungas. ¿Qué tan grandes son los daños a los sistemas de producción económica, sobre todo, agropecuaria en Bolivia debido a la producción de coca?
- Es cierta esa baja y daños en los Yungas, así se promueve un monocultivo. Algo que además resulta agravante es que, sobre todo en el Chapare, se están usando muchos agroquímicos. El Chapare tiene menos extensión que los Yungas, pero produce casi el doble de coca. Como los productores saben que esa coca será transformada en cocaína no les interesa las consecuencias que tengan los agroquímicos y le cargan demasiados.
Los usan sobre todo para matar a un enemigo natural que ha aparecido allí. Es una polilla que se come la hoja. Entonces, experimentaron poniéndole todos los agroquímicos habidos y por haber. Hay un problema adicional: esa polilla está dentro la semilla de la hoja de coca. Hasta pareciera que fuera producto de una manipulación transgénica que hubiesen desarrollado en Estados Unidos.
Y, para liberarse de ese bichito, los cocaleros chapareños, al ver que los agroquímicos no les funcionan, optaron por ampliar la frontera. Penetran a parques nacionales, a tierras vírgenes, pensando que cultivando ahí la coca, en otro microclima, se liberarán de esta polilla. Pero la polilla vuelve a surgir. Entonces, esta extensión de la frontera cocalera ha involucrado a Beni y Santa Cruz con los conocidos efectos destructores del medioambiente y la biodiversidad.
- ¿Cree que el MAS logre imponerse en esta guerra entre cocaleros?
- Del negocio se están apoderando hace años. Ahora, no creo que logren tomar Adepcoca. Es un sector muy grande. Son economías que viven de esta producción. Si el MAS tomara el mercado y empezara a crear trabajos para masistas, le negaría el derecho al trabajo a un sector muy grande. Por ello, la de Adepcoca es una guerra que el MAS perderá. Pero el mercado del narcotráfico sí está viento en popa.