Sustitución de la matrícula de comercio por el NIT
Hace algunos meses, el presidente Lucho instruyó que se inicien las acciones legales para resolver el contrato con Fundempresa, ese consorcio privado que ejerce, por concesión administrativa, el registro público de los actos y contratos de los empresarios bolivianos. Desde hace dos décadas, Fundempresa se convirtió en el sinónimo exclusivo de “trámites caros”, independientemente de su confiabilidad y seguridad jurídica. El extremo fue, y es, el famoso trámite de actualización de la matrícula de comercio: el documento que certifica si cualquier negocio formal está vigente o no. Es una pesadilla de los empresarios, no tanto por el engorroso cumplimiento del deber (Bs. 260 mínimo), sino por la presión estatal exagerada que se refleja en la multa (Bs. 1.100 mínimo).
El reporte de estadísticas del Registro de Comercio de Bolivia de abril de 2021, informa que existen 341.830 empresas registradas, de las cuales 269.326 (el 78,8%) son empresas unipersonales y 67.822 (el 19,8%) son sociedades de responsabilidad limitada. La gran mayoría. Lo que no muestran las estadísticas es la cantidad de empresarios evasores tributarios que tienen matrícula, pero no están registrados en el Servicio de Impuestos Nacionales (SIN). Paradójicamente, también es un misterio la cantidad de contribuyentes que tienen Número de Identificación Tributaria (NIT), pero no tienen matrícula de comercio; mucho peor es el fantástico número de empresarios privados informales que no tienen matrícula y tampoco NIT. Estas desigualdades deben terminar.
Lo que estoy proponiendo es que ya debería suprimirse la matrícula de comercio con el objetivo de liberar de trámites al emprendedor, lo que permitiría estimular el desarrollo universal del sector en Bolivia. Los empresarios bolivianos deberían tener los mismos derechos y las mismas obligaciones, incluyendo a amplios sectores clandestinos, simplificando los deberes formales. La matrícula de comercio ya se convirtió en un documento innecesario que fácilmente puede ser sustituido con el NIT, documento fiscal que tiene la versatilidad de ser absolutamente transversal. El NIT debería ser el único documento válido para inscribirse en el seguro de salud, en el sistema de pensiones, en el Ministerio de Trabajo; incluso para participar en licitaciones, etc., anulándose así la ingente cantidad de papeles que se exigen actualmente en cada instancia gubernamental. Si el empresario tiene NIT, ya se presume que es 100% formal.
Por un lado, el Registro de Comercio, con o sin Fundempresa como concesionaria, continuaría prestando el servicio de inscripción de actos y contratos para garantizar a los empresarios y usuarios la misma seguridad jurídica y transparencia; y, por otro, se potenciaría la misión institucional del SIN, ampliando la base de contribuyentes con la inscripción única y simple. Entonces, el NIT sería como la cédula de identidad para todos los empresarios privados del país, y el SIN certificaría en línea si una empresa está vigente o no, como lo hace ahora. Obviamente esto implica la modificación del Código de Comercio, de por sí ya muy obsoleto.
Esta propuesta inicial provocará apoyos y oposiciones, pero de lo que se trata es de evaluar y debatir la utilidad de la matrícula de comercio en casi medio siglo de vigencia. Todo empresario, como cualquier constructor, industrial, comerciante, cocalero, gremialista o transportista, debería no sólo estar inscrito, sino también debería contribuir al financiamiento de los fines estatales. Con la simplificación de los trámites, el sistema empresarial boliviano se beneficiaría con la remodelación de un régimen tributario que sea homogéneo para todos los empresarios unipersonales, grandes y chicos, con deberes formales mínimos y uniformes. El beneficio compartido será para los sectores público y privado; y ante todo para cada uno de los empresarios bolivianos, que conforman la gran mayoría que mueve la economía nacional. Eso sí, sin exclusiones ni privilegios.
El autor es abogado
Columnas de MARCELO GONZALES YAKSIC