El histórico 16 de mayo
Una parte importante de la ciudadanía boliviana considera que Evo Morales no tiene posibilidad legal ni fáctica de inscribirse como candidato para las próximas elecciones. Sin embargo, la “otra verdad” que se perfila es que Morales, lejos de desistir, parece estar cada vez más cerca de presentarse físicamente ante el Tribunal Supremo Electoral (TSE) para reclamar su “derecho humano” a postularse nuevamente. Lo que hasta hace poco parecía improbable, hoy toma cuerpo como una realidad posible.
El entorno más radical del expresidente ha anunciado para el viernes 16 de mayo una marcha masiva desde El Alto hasta el TSE en La Paz, con el objetivo explícito de inscribir su candidatura. Los organizadores aseguran que se tratará de un día histórico y que nada impedirá este proceso, lo que sugiere una voluntad de imponer su objetivo a cualquier costo, tanto en cabezas como en dinero.
Aunque se ha declarado que será una movilización “pacífica”, hay señales preocupantes como la que envió un dirigente campesino al afirmar que los supuestos “dos millones de simpatizantes que están dispuestos a dar la vida por Morales”. Lo jocoso de la amenaza es que según el mismo dirigente los dos millones llegarán a La Paz en “cien buses”.
Este tipo de declaraciones, lejos de calmar los ánimos, tensan aún más el ambiente político. El Gobierno ha sido advertido de no confrontar a los manifestantes, lo que pone en evidencia la desconfianza y fractura entre las facciones del Movimiento al Socialismo (MAS).
En realidad, lo que quiere Evo Morales es enquistarse entre la multitud para evitar que los agentes de la fuerza pública ejecuten el mandamiento de aprehensión emitido en su contra por la justicia boliviana. El uso político del sistema judicial durante su mandato es otro tema que vuelve al debate, en medio de acusaciones cruzadas de “judicialización” por parte de sus seguidores.
La presión sobre el TSE no se limita a la marcha del 16. También se contempla una vigilia hasta el 6 de junio, una fecha clave en el calendario electoral, y será el día en que se confirmarán las candidaturas habilitadas, lo que podría derivar en bloqueos y nuevas tensiones sociales promovidas y organizadas desde el Chapare.
Este tipo de acciones revelan no solo una estrategia de presión, sino también una concepción muy extrema para lograr beneficios personales para Evo Morales fuera de la ley y muy lejos de la legitimidad, poniendo como escudo protector a la democracia.
Es que la marcha del próximo 16 no solo apunta a la inscripción del candidato cocalero, sino persigue también consolidar la narrativa de que Morales representa “la esperanza del cambio”, la que a estas alturas de la decadencia azul suena contradictoria cuando se recuerda que su gobierno, que se prolongó por más de 14 años, fue precisamente el que impulsó ese “proceso de cambio” que no terminó de consolidarse.
Su regreso no parece responder a una visión de país, sino al deseo unilateral de retomar el poder a cualquier precio. Todo apunta a que la conflictividad política aumentará conforme nos acerquemos al 17 de agosto, día de las elecciones generales.
Para Morales, cualquier oposición a su candidatura se interpreta como corrupta o políticamente motivada. Esta postura genera un ambiente de intolerancia dentro del propio oficialismo. La reciente exclusión simbólica de Andrónico Rodríguez, simplemente por distanciarse del liderazgo de Morales, confirma que en el universo del evismo, todo disenso es tachado de “derechista”.
Así, la izquierda ideológica pierde terreno ante una narrativa que reduce todo a la lealtad personal hacia una figura. Resulta paradójico que Morales, quien fuera símbolo del ascenso de la izquierda al poder, se convierta ahora en un obstáculo para su renovación.
En este contexto, el regreso de Evo Morales se convierte en el símbolo de una incoherencia política cada vez más difícil de sostener. No se trata ya de izquierda o derecha, sino de una lucha por el poder que se disfraza de principios y de una victimización incomprensible.
Y en esa batalla, el país parece ser el último en la lista de prioridades en la mente de Evo Morales. En fin, el 16 de mayo será un día histórico si el cocalero logra inscribir su candidatura, y por el contrario lo será también.
El autor es abogado
Columnas de MARCELO GONZALES YAKSIC