Un nuevo modelo
Son importantes, además de necesarias, las ideas que ha planteado el presidente de la Cainco, Fernando Hurtado, en oportunidad de asumir por segunda vez la conducción de ese gremio cruceño. Propugnan tales ideas, en esencia, los fundamentos de un nuevo modelo económico que reemplace al actual, siempre que lo hubiera, que se caracteriza por el exacerbado rol que se le asigna al Estado en la economía.
Definitivamente, en los últimos 20 años de nuestra historia, en los cuales ha ejercido hegemonía política el masismo, hemos sido testigos de un avance nocivo del Estado en la economía. No conforme con jugar el papel de regulador, el Estado, mediante los gobiernos masistas, se ha dado a la tarea de invadir el sector productivo y establecer condiciones de competencia desleal con los productores, lo cual ha llegado a un límite insostenible.
En su acertado discurso, Hurtado ha expresado que el sector productivo ya no espera apoyo ni que el Gobierno los valore, sino que simple y llanamente lo deje trabajar. El “modelo” que aplica el Gobierno es un “modelo del pasado”, ha afirmado Hurtado.
Para liberarnos de tanto estatismo paralizante, Hurtado ha afirmado que se precisa reformular los “postulados” del actual “modelo”: 1. pensar en cómo entendemos la redistribución, que el sector privado la interpreta como la creación de empleos estables y de calidad; esto no es igual que meter la mano en el bolsillo del sector productivo hasta liquidarlo; 2. la responsabilidad del Estado en dar un trato equitativo a las empresas privadas y a las públicas; los “cupos” y las fiscalizaciones impositivas draconianas liquidan a las compañías privadas y el cierre de una empresa nos hace más pobres a todos, y 3. tenemos que buscar una nueva fórmula de participación entre el Estado y el mercado. Hasta 2005, era de 80 por ciento para el sector privado y de 20 por ciento para el Estado, lo cual creó insatisfacciones en la protección social y en la infraestructura; ahora es de 40 por ciento para el Estado, tras las nacionalizaciones y la creación de empresas públicas —los “elefantes blancos” del evismo— y de 60 por ciento para el Estado, pero tal proporción crea problemas porque el sector privado es más eficiente que el Estado: desde 2006, el sector público invirtió 53 mil millones de dólares y produjo 172 mil millones de dólares, por lo cual la proporción es de 1 a 3; en cambio, el sector privado colocó 33 mil millones de dólares y cosechó 290 mil millones de dólares y la relación es de 1 a 10.
Por tanto, no quedan dudas: el sector privado debe ocupar la vanguardia. El nuevo modelo, para ser viable, debe contemplar un 70 por ciento para el sector privado y un 30 por ciento para el Estado. No se necesita que el Estado sea enemigo del sector productivo, sino que sean aliados, hasta cómplices. El estatismo es para sociedades que privilegian el autoritarismo y el paternalismo, pero el nuevo modelo planteado por el sector productivo es para la autonomía y para personas maduras y conscientes de sus derechos humanos y constitucionales: ¿cuál es el que preferimos los bolivianos?