Potosí
El 1° de abril de 1545 los españoles se posesionaron del Sumac Orcko, cerro ubicado en el lugar llamado “Potocsi”, anoticiados de la existencia de plata en sus entrañas por el nativo Diego Huallpa, según dicen algunos. El Sumac Orcko pasó a ser llamado Cerro Rico y “Potocsi”, Potosí, comenzando su inserción en el comercio internacional costeando con su mineral argentífero el surgimiento de un inédito sistema de riqueza mundial, eje económico de la modernidad.
El descubrimiento de la plata en Potosí echó por tierra la idea predominante en las metrópolis europeas de que Colón había llegado al pantano inservible del mundo e inauguró el tiempo de “hacerse la América”, marcando a Potosí con el sello de la minería como su sinónimo. Minería y riqueza, acuñando la expresión “Vale un Potosí”, en paralelo a las macuquinas acuñadas en la Casa Real de Moneda de la ciudad. El metal potosino dio su nombre al río de La Plata y al país que atraviesa: Argentina.
Las extremas condiciones de la explotación minera a más de 4.400 metros sobre el nivel del mar (msnm) excluyeron la mano de obra de los esclavos africanos arrancados desde sus sabanas natales para ser llevados a esas alturas asfixiantes a sucumbir por centenares, cuya memoria ha quedado grabada en las máscaras originales de los bailarines de la morenada, de cabellos rizados y labios gruesos dejando colgar las lenguas en busca frustrada del oxígeno vital. Desde 1575 el virrey Toledo los reemplazó por los nativos a quienes se aplicó la mita inventada por los incas, sistema de trabajo forzoso impuesto a la población masculina de entre 18 y 50 años. Así, la altitud de Potosí llevó a la comunidad africana a Los Yungas y salvó a la población nativa del exterminio.
A los pies de la montaña de plata se asentaron los buscadores de riqueza, sus proveedores de cuantos insumos y servicios necesitaban y, cómo no, los pícaros y vividores, hasta superar la población de las urbes más grandes de Europa por aquel tiempo. El centro productivo minero resultante fue la piedra angular de la Audiencia de Charcas y, por tanto, de Bolivia, habiendo contribuido desde entonces, sin cesar, al erario del país. En varios periodos como el aporte más importante.
La lucha por la emancipación de la Corona española en Sudamérica comenzó y concluyó en el territorio boliviano. Si se reconstruye la acción bélica en esa línea de tiempo se apreciará que el decurso de las batallas entre las fuerzas realistas e independentistas resolvieron el destino de todos los países emergentes dejando al Alto Perú para el final porque allí estaba la joya más codiciada: el Cerro Rico. Sí, el mismo que hoy sigue siendo explotado en las peores condiciones tecnológicas, de inseguridad y depredación ambiental, hundiéndose sostenida e irremediablemente, sin haber dejado de ser el motor económico de la ciudad nunca fundada, del centro productivo minero cuya población hasta ahora no se ha decidido a convertirlo en destino turístico por su patrimonio histórico.
Colección incompleta de hechos, glorias y lamentos, piezas del rompecabezas de una historia que hasta ahora ha sido una condena por el impacto subjetivo que provoca, porque la minería sólo deja pobreza y desastre ambiental, pesimismo y desesperanza. Una historia mal contada que nos asume irremediablemente como los eternos mitayos víctimas de los eternos explotadores, atándonos al pobrismo como razón de vida, ocultando de nuestras miradas y conciencia las enormes potencialidades ecológicas, agrícolas, pecuarias, paisajísticas y turísticas del departamento de Potosí; su frontera internacional con Argentina y Chile, cualidad propicia para la conexión de los océanos Atlántico y Pacífico; su frontera interna con Chuquisaca y Tarija, la región sureña a la que pertenece naturalmente, propicia para unir el occidente y el oriente del país. Una historia que nos encadena al pasado y nos impide tomar el destino en nuestras manos y avanzar hacia el futuro. Nos impide soñar.
Sueño resaltando en un mapa de Potosí sus atractivos turísticos y los rodeo con buenos servicios gestionados por gente capacitada hablando hasta en tres idiomas que compite por el sube y no por la baja. Los uno con caminos señalizados por los que circulan vehículos relucientes y seguros. Pasan por ciudades intermedias con calidad de vida y amabilidad ambiental. Todos conectan a los circuitos de intercambio interoceánico. Los pasivos ambientales de la minería estatal han desaparecido y se ha frenado la depredación de la privada. Hay operaciones mineras, grandes y sometidas a las leyes: generan empleo de calidad, mitigan los daños ambientales y pagan impuestos. La agricultura y la ganadería de los diferentes pisos ecológicos prosperan.
Sueño con su gente sonriendo, sus ciudades y pueblos limpios y seguros, con la fundación de su capital 1.000 msnm más abajo y así poder quedarnos haciendo planes a largo plazo y trabajar en su ejecución sin miedo a morir antes de tiempo.
Sueño que los potosinos sueñen.
Columnas de GISELA DERPIC