Alalay y las últimas lagunas que nos quedan
Alalay es parte de las últimas lagunas urbanas que quedan en la región metropolitana, que soportan una crisis ambiental y que aún esperan por un plan para detener su deterioro.
Si bien el dragado que se hizo en la cubeta de ese depósito natural de agua después de 26 años aumenta la esperanza de que Alalay se recupere, la situación de los otros tres embalses, Coña Coña, Albarrancho y Cotapachi, es incierta.
Coña Coña, en la zona oeste de la ciudad de Cochabamba, está contaminada con aguas residuales domésticas e industriales. Después de la concesión que se hizo para la extracción de arcilla por parte de una empresa privada, no se intervino de manera integral en el lugar. Sólo las trabajadoras del Plane hacen un mantenimiento periódico. Su existencia es esencial para reducir el desborde de las torrenteras que bajan de la cordillera del Tunari.
La laguna de Albarrancho, también conocida como Kenamari, está al sur de la ciudad y está afectada por el avance de la mancha urbana y la amenaza de los loteadores y de los cazadores. Es un importante hábitat para las aves y otros animales.
La Laguna de los Incas o Cotapachi, ubicada al sur de Quillacollo, fue esencial en el pasado para el microclima que ayudaba a conservar el maíz de las qollqas o silos incaicos. Después, para el riego de los cultivos del valle bajo, pero ahora está la mayor parte del año seca y en la mira de los loteadores. Si bien se han anunciado varios planes para su recuperación, ninguno se ha concretado.
El dragado y las acciones posteriores son una experiencia que estuvo sometida a varias exigencias ambientales, pero también forman parte de una decisión municipal de invertir y priorizar el medioambiente. Sin embargo, el camino continúa y el proceso culminará cuando el espejo de agua vuelva a cobijar a las aves residentes y migratorias, cuando se reduzca la contaminación y cuando la laguna cumpla nuevamente sus funciones ambientales.
Columnas de KATIUSKA VÁSQUEZ