Las lecciones de la victoria de Bolsonaro
La victoria del ultraderechista Jair Bolsonaro, el pasado domingo en Brasil, frente al candidato del Partido de los Trabajadores, Fernando Haddad, es la prueba más clara de que la historia se repite, como dijo Marx, dos veces; la primera como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa o una comedia. La primera vez puede presentarse con ropajes augustos y luego, la segunda, con disfraces ajados, señala el autor de “El 18 Brumario de Luis Bonaparte”.
Así, un autoritario que antes respaldó las dictaduras, puede camuflarse hoy y presentarse como una opción democrática. Las frases y posiciones del Presidente electo brasileño son por demás conocidas y el futuro, a corto plazo, no parece muy prometedor. No voy a analizar aquí los motivos de su victoria.
Lo que sí nos toca es ver qué de bueno puede traer la asunción de un personaje como Bolsonaro. Aunque no parece sensato, hay cosas positivas. La primera es que muchos tomaron conciencia de los riesgos de promover a líderes como él. Ya con Trump algunos prendieron alertas, pero con Bolsonaro muchas personas han tomado verdadera conciencia al respecto.
También es positivo que se genere un debate amplio sobre el valor de la democracia y su existencia misma. Mucho más en países como el nuestro, donde estamos preguntándonos si vamos camino a una dictadura o a un populismo desenfrenado, o a no sé dónde.
También sirve para aprender —y disculpen si soy muy positivo, pero creo que se puede— de la experiencia brasileña para evitar una disociación mayor en nuestra sociedad. No hay un Bolsonaro en Bolivia, pero sí existen sus actitudes. El machismo y la misoginia son características de nuestro Gobierno, que, lamentablemente, quedan impunes y sin consecuencias. No hay un Bolsonaro, pero ahora podemos ver con mayor claridad que hay tendencias fascistas de toda índole que están rondando el poder a la espera de su oportunidad, como cuervos.
Entonces, lo bueno de la victoria de Bolsonaro, si es que es bueno, es que podemos ver que tenemos la oportunidad de no caer en esa trampa, que tenemos la oportunidad de aprender. ¿La tomaremos?
Editor de Política de Los Tiempos
Columnas de Nelson Peredo