Emergencias veterinarias
Aquellas personas que piensan que defender los derechos de los animales es absurdo o frívolo ante las necesidades humanas, por favor, absténganse de leer esta columna.
Sobre maltrato animal hay mucho qué escribir y denunciar y, sobre todo, mucho qué reflexionar sobre el rol que tenemos en el cuidado y bienestar de ellos. Pensando en lo que nos es más familiar: la población de perros callejeros crece cada vez más y eso es una responsabilidad netamente de nosotros.
Pero esta vez me limitaré a hablar sobre el servicio de emergencia “24 horas” que ofrecen varias veterinarias en la ciudad. Pasada la medianoche, entre semana, el cachorro de mi hermana empezó a colapsar con convulsiones. Todos en la familia y amigos cercanos empezamos a revisar redes sociales y a pedir contactos que realicen este servicio que, en teoría varios lugares promocionan; sin embargo, pudimos constatar que no es así, nos costó más de tres horas dar con uno y recalco que fuimos varias personas que lo intentamos.
Sí, es un engaño. Sí, es un tremendo error de marketing ofrecer lo que no tienes, pero, tal vez, lo que más ofende es que se promocionen así por imagen o por “captar” más clientes, cuando en realidad se trata de la salud y vida de un miembro más para las familias. Esto deja en evidencia que nos falta mucho por trabajar.
Si estás entre las personas que fueron advertidas de abstenerse de leer esta columna y lo hiciste tal vez por curiosidad, espero haberte causado un buen disgusto, más aún si sigues pensando que el preocuparse por los animales es incompatible o excluyente respecto a velar por la integridad y seguridad de las personas. “El grado de desarrollo de una civilización se mide por el trato que da a sus animales”, decía Gandhi.
La autora es periodista de Los Tiempos.
Columnas de Adriana Trigo Amador