El espíritu de Santa Cecilia presente en dos Cecilias de carne y hueso
Santa Cecilia, patrona de los músicos, murió martirizada por los esbirros del imperio romano el año 232 d.C. Nacida en el seno de una familia patricia, fue forzada a casarse por su padre y cuentan que, mientras los músicos tocaban en su matrimonio, ella no cesaba de orar a Dios, pidiendo que le permitiera mantener su virginidad. Así ocurrió y su esposo Valeriano y el hermano de éste, Tiburcio, se convirtieron al cristianismo en épocas muy difíciles como las que vive ahora la Iglesia católica de Nicaragua.
Valeriano y su hermano llevaron a la práctica buenas obras, como el entierro de los mártires cristianos, lo que llevó a que fueran apresados e inducidos a abjurar de su fe. Como ello no ocurrió, fueron asesinados, junto con otro cristiano. Cecilia enterró los tres cuerpos; también pretendieron forzarla a abjurar de su fe y como tampoco ello sucedió fue condenada a muerte, primero por sofocación y, al fracasar ésta, por decapitación.
Convicción, decisión y compromiso para mantener su virginidad y su fe caracterizaron la práctica de Santa Cecilia.
En la Bolivia de hoy, encontramos dos Cecilias de carne y hueso, en quienes se mantiene vivo el espíritu de la mártir de los primeros siglos del cristianismo.
Una es Cecilia Requena, senadora de Comunidad Ciudadana por La Paz, conocida desde siempre por su defensa del medio ambiente y la naturaleza, enfrentándose a enemigos poderosos como los cooperativistas mineros (importante base social del MAS), empresas chinas y el propio Gobierno que las socapa.
La última vez que ocurrió esto fue en estos días, cuando estos “revolucionarios” irrumpieron en una audiencia de Acción Popular promovida por ella para frenar el desastre al que está siendo llevado el parque Madidi por la acción del mercurio que usan los cooperativistas mineros del oro; para frenar, en suma, la minería ilegal que hay en la zona.
La otra es Cecilia Benavides, abogada de 41 años, que dio pelea a un cáncer muy agresivo, que se le manifestó en junio de 2021, en circunstancias en que se encontraba colaborando con su hermano menor, Diego, injustamente encarcelado como represalia a la fiscalización que el padre de ambos, Guillermo, diputado de CC, desarrollaba en relación a la exdirectora de la AJAM.
Cecilia Benavides plantó cara y enfrentó como pocos a esta tremenda enfermedad, segura de que debía continuar viviendo, porque tenía muchas cosas que hacer todavía en este planeta, entre otras, cuidar de sus pequeños hijos Bruno (8) y Lucía (6).
No pudo ser, el pasado 13 de agosto falleció después de más de un año de dolorosa enfermedad.
En ambas Cecilias vive el espíritu de Santa Cecilia. En el caso de Cecilia Requena, en su voluntad inclaudicable de dejar un medio ambiente sano a las próximas generaciones, aun a costa de los insultos y las amenazas que los cooperativistas profieren en su contra, y del peligro que corre su integridad física y su propia vida.
En el de Cecilia Benavides en su voluntad indeclinable de vivir, acompañada de toda su familia y en particular de su mamá, Charito.
Viene al caso recordar al gran tenista suizo Roger Federer, quien dijo que lo importante no era ganar títulos, sino poner todo el esfuerzo, dedicación, entrega y compromiso posibles para hacerlo, aunque no se pueda ganar un torneo.
¡Gracias Cecilia Requena y Cecilia Benavides por su ejemplo, su tenacidad y su compromiso! Solidarios con la primera y deseando el descanso eterno para la segunda y resignación para su familia.
Columnas de CARLOS DERPIC SALAZAR