Bolivia entra al Mercosur en un contexto de conflicto diplomático
Esta semana se promulgó la Ley de Ratificación del Protocolo de Adhesión del Estado Plurinacional de Bolivia al Mercosur, el más importante proceso de integración de América del Sur. El trámite seguirá los pasos establecidos en el Tratado de Asunción de 1991 y esta próxima semana se hará el depósito de la ratificación en la secretaría del bloque, con sede en Asunción, Paraguay.
Una vez depositado el instrumento, se habrá avanzado en uno de los objetivos más importantes del país: ser miembro pleno del bloque que es la 5ta economía mundial, con unos 15 millones km² de extensión y una población próxima a los 300 millones de habitantes.
Después correrán 180 días para la elaboración de un cronograma que determine, con precisión, cómo y cuándo quedarán incorporadas las normas del mecanismo de integración al ámbito jurídico de Bolivia. Sin duda, es una tarea difícil para la desmantelada Cancillería boliviana que, después de sus primeras reuniones con parlamentarios, visiblemente no cuenta con un equipo profesional adecuado. Será necesario recurrir a expertos internacionales para afrontar el desafío.
Son unas 4.700 normas las que se han aprobado en los 33 años de vida del bloque regional. De estas, una mayor parte ya no están en vigencia, otras han concluido o se han modificado. Sin embargo, el número de normas vigentes sigue siendo muy alto y requerirá un trabajo de filigrana económica, jurídica y política para su armonización en Bolivia.
La elaboración del cronograma es un requisito ineludible para la adhesión al grupo, por lo que su incumplimiento podría poner en riesgo el gran objetivo nacional de ser parte de este mecanismo que exporta 379 mil millones de dólares anuales, y que cuenta con una balanza comercial positiva de 73 mil millones de dólares, según datos del último año.
Ingresar al Mercosur requiere un cambio sustantivo en la política económica de Bolivia, e incluso puede afectar al modelo económico, precariamente vigente desde 2006. Es imprescindible que el gobierno cumpla esta primera etapa, para entregar al próximo la tarea de cerrar la adhesión. El plazo para incorporar toda la normativa es de 4 años.
En el ámbito político, el momento en el que se cristaliza la adhesión de Bolivia no es el mejor; el clima político regional está en tensión, sobre todo por el enfrentamiento verbal entre los jefes de Estado de Argentina, Javier Milei, y de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva. A esto se suma el impasse diplomático entre Bolivia y Argentina, como efecto de un comunicado emitido por la oficina de la presidencia argentina, en el que se calificó como una farsa el denominado “golpe de Estado”, narrativa que el gobierno está empeñado en consolidar.
Este desencuentro bilateral no solo ha derivado en un altisonante intercambio de comunicados y declaraciones, sino que ha escalado hasta el llamado a consultas al embajador de Bolivia en Buenos Aires, Ramiro Tapia.
Es una acción diplomática muy fuerte para mostrar la molestia de Bolivia respecto al contenido del comunicado argentino por los sucesos del miércoles 26 de junio. Diplomáticamente lo que viene no es sencillo, el gobierno del presidente Arce se encuentra ante el desafío de tomar una decisión inteligente tras el llamado a consultas del embajador Tapia. Todavía hay espacio para bajar la tensión y retornar al embajador Tapia a sus funciones, sin mayores explicaciones, aunque ello sea criticado por la inicial precipitación en el uso de esta señal diplomática.
Otra posibilidad es que retenga algunos días en La Paz a Tapia, para acentuar la enérgica protesta y, finalmente, que decida la nada aconsejable medida de no retornar al embajador boliviano a Buenos Aires.
Un eventual retiro del embajador puede afectar seriamente el nivel de las relaciones bilaterales, pero de ninguna manera implicaría una ruptura de relaciones diplomáticas. Sin embargo, aunque no lo dimensione el gobierno, el llamado a consultas es un paso previo.
La canciller Celinda Sosa Lunda tampoco ayuda a bajar las tensiones. A su retorno del enésimo viaje que realiza desde que asumió funciones, exhortó a Milei a pedir disculpas, si el mandatario argentino tiene la altura para ello. También tildó las declaraciones de Milei como atrevidas y temerarias. ¿Son paños fríos o más combustible a la hoguera?
Aún con esta crisis política y diplomática, seguramente el presidente Luis Arce Catacora no perderá la oportunidad para un baño de popularidad que revierta el declive de su imagen, cuando esta semana llegue a Bolivia el presidente de Brasil, Lula da Silva, y, conjuntamente, anuncien la calidad de Bolivia como miembro pleno del Mercosur.
Columnas de JAVIER VISCARRA VALDIVIA