Una telenovela muy ordinaria
La semana pasada ha sido una semana hedionda, me refiero a la pelea política que ha puesto en evidencia el bajo calibre moral del jefe supremo del partido político más importante de nuestro país durante este primer cuarto de siglo del nuevo milenio.
Aunque suene a cantaleta, es importante reiterar que el expresidente no es ni un pedófilo ni un pederasta, por lo menos, no hay prueba ni sospecha alguna que lo coloque en esa categoría, y es importante reiterar eso, porque una falsa acusación no solo pringa al acusador, sino que eventualmente puede convertirse en un factor que favorezca a quien cometió un crimen x, y se lo acusa de otro. Una falsa acusación simplemente crea confusión, y eso jamás ayuda a encontrar verdad y justicia.
La sospecha de que el expresidente hubiera cometido estupro, un delito que está penado por ley, (esperemos que esa ley no sea modificada para convertir el estupro en violación, porque simplemente se trata de dos tipos muy distintos de violencia contra las personas), es bastante grande y justificada. Está la denuncia, están supuestamente los certificados de nacimiento, tanto de la joven madre como de la niña producto de ese estupro, y están también las declaraciones de Morales, que ha aducido respecto a ese tema, que no se metan con la familia, reconociendo un vinculo familiar en ese entuerto, ergo, que es padre de la niña mencionada. Morales y sus abogados no han negado en ningún momento que no hubiera habido esa relación, o que fuese falsa la edad de la joven en cuestión. Simplemente han querido marear la perdiz diciendo que era una acusación hecha por el mal llamado gobierno golpista.
Siguiendo la premisa que al fuego se combate con fuego, y a una historia de sexo se combate con otra, una joven mujer muy ligada al MAS y muy cercana a Morales, armando un nuevo episodio de una mala telenovela ha salido a declarar que tuvo un amorío muy sexual con el presidente Luis Arce, la historia puede poner muy incómodo al primer mandatario y a doña Lourdes, su esposa, pero ese es asunto de ellos, porque la diferencia entre el affair Arce y el affair Morales es enorme, aunque sea solo la edad. La de Arce era mayor de edad y por lo tanto no hubo delito, la infidelidad no está penada, aunque tiene consecuencias civiles, puede ser causal de divorcio. El estupro está penado, tiene cárcel, e inhabilita a una persona a postularse entre otras funciones, a una candidatura a la presidencia del país.
Muchos detalles hacen sospechar que la historia que involucra a Arce es inventada, pero, aunque no lo fuera, lo interesante es que la utilización de la misma por el lado evista pone en evidencia su sordidez, y algo más, ellos posiblemente no entiendan la importancia del estupro como figura legal. Esta ha sido implementada exactamente para evitar casos con las características que tiene la relación de un hombre mayor y poderoso con una joven mujer menor de edad.
Ahora bien, a lo largo de estos años de gobierno masista, los rumores, las denuncias veladas, y a veces directas respecto a este tipo de comportamiento del jefe de esa tienda política han sido recurrentes, estas obviamente venían por vía de la oposición, pero muchos masistas tenían que saber lo que estaba sucediendo, un presidente no puede perderse en las sombras de la noche para echar una canita al aire, o hacer algo peor ¿Por qué calló tanta gente?
Por último, la aprehensión del abuelo de la supuesta hija de Evo tiene tal vez un cierto justificativo en la medida de que este no se presentó a declarar, no deja de tener sin embargo un sabor muy amargo, que alguien que de todos modos es también víctima del poder y sus desmanes, aún habiendo eventualmente recibido una compensación, esté privado de libertad, suena a injustica. Es posible que haya traficado con su hija, es posible que esa familia hubiera maquinado hasta una forma de chantaje al afiebrado y descontrolado primer mandatario, pero es también posible que sea una simple víctima, alguien que estuvo junto a su hija en el lugar equivocado, en el momento equivocado.
Lo malo es que esta no es una lucha por proteger los derechos de los jóvenes menores de edad, es una mugrienta pelea política. Ahora bien, si un estuprador se sale con la suya y logra burlar la justicia, está claro que habremos perdido todos.
Columnas de AGUSTÍN ECHALAR ASCARRUNZ