¿Es fácil ser piloto?
El costo de estudiar para piloto es tan alto como el de estudiar medicina, y el camino para llegar a ser piloto comercial, operar aviones de pasajeros o de carga, jet es largo y exigente. Para ello, no solo es necesario realizar el curso de habilitación, que ya implica una gran inversión, sino también acumular un mínimo de horas de vuelo.
Un piloto estudiante luego de ground school tiene varias sesiones de simulador fijo y full motion, se somete a una verificación de competencia y vuela con instructor un mínimo de 25 horas, se somete a una observación en línea y cuando es aprobado entra a una fase de consolidación de experiencia operacional, hasta completar un mínimo de 150 horas. Recién entonces culmina su habilitación como piloto comercial.
A esto se suman las pruebas en simuladores, donde los aspirantes enfrentan tormentas, rayos, turbulencias y otras condiciones adversas. Estos simuladores, controlados electrónicamente, no permiten margen de error: si no logras superar estas pruebas, no puedes volar en cabina.
Sin embargo, lo más exigente de esta profesión no es solo el proceso de formación, sino la constante evaluación a la que los pilotos están sometidos a lo largo de su carrera. A diferencia de un médico, que obtiene su título y se mantiene actualizado mediante lectura y práctica, el piloto debe aprobar evaluaciones anuales en simulador. Si no las supera, está obligado a repetirlas y, de no lograrlo, pierde su licencia. Esto significa que, aunque haya acumulado años de experiencia, podría tener que empezar su formación desde cero.
Un solo error puede significar el fin de una carrera o, en el peor de los casos, una tragedia. Además, el sacrificio no solo es económico, sino también personal y familiar. Los pilotos pasan largos períodos lejos de casa, sometidos a horarios cambiantes y a una gran responsabilidad sobre la vida de sus pasajeros.
Por eso, comparo esta profesión con la de un torero. Ninguno de los dos puede afirmar con certeza que regresará a casa después de su jornada. El torero depende de sus banderilleros para ejecutar una faena segura; el piloto, del personal de tierra para asegurarse de que todo esté en orden antes de despegar. La faena del torero termina cuando clava la espada y el toro cae; la del piloto, cuando toca tierra y apaga las turbinas. Hasta ese momento, su destino es incierto. Pero ser piloto es una gran profesión que te hace conocer el mundo como ninguna otra.
Columnas de Constantino Klaric