La manufactura se reconvierte por el contrabando de ropa usada
Ser manufacturero en Bolivia significa enfrentar la arremetida del contrabando; por un lado está la venta ilegal de ropa usada, pero ahora también ocurre con los barbijos. Sólo el último año ingresaron 10 mil toneladas de vestimenta de segunda mano y provocó pérdidas de más de 70,4 millones de dólares en el país.
Sólo en Cochabamba hay más de 8 mil empresas que se dedican a textiles y manufactura, pero que constantemente reclamaron por los daños que provoca la venta de ropa usada a su sector. Ahora, temen que la crisis económica del país genere que más personas se dediquen a este rubro ilegal.
Entre 2018 y 2019, se reportó el cierre de unas 10 textileras a causa del contrabando de ropa usada. Los datos de 2020 aún se están generando, pero se prevé que se dupliquen o tripliquen las empresas cerradas debido a la pandemia del coronavirus que generó una fuerte crisis económica.
La presidenta de la Cámara de la Pequeña Industria y Artesanía, Luz Mary Zelaya, señaló: “No se puede ser competitivo cuando hay una competencia desleal”, afirmó.
Y es que la ropa usada se vende desde 5 bolivianos, chamarras que podrían costar 200 se venden en 80.
En los últimos cinco años, el país perdió 352,7 millones de dólares por la ropa que entra de contrabando a Bolivia, según datos de la Aduana y el Instituto Nacional de Estadística (INE). ¿Cómo se genera esta pérdida?
El presidente de la Federación de Entidades Empresariales de Cochabamba (FEPC), Javier Bellott, explicó que son tres formas principales que generan la pérdida. Primero, se trata de un sector que no paga impuestos, pese a que mueven grandes cantidades de dinero.
Debido a que la mercadería entra de contrabando, tampoco se pagan aranceles a la Aduana; ésa es otra forma de pérdida de recursos. Finalmente, por la competencia desleal que lleva a la gente a no consumir lo que se produce en Bolivia y con mano de obra nacional.
Actualmente, más de 15.300 comerciantes se dedican a tiempo completo a la actividad de compra y venta de prendas usadas. (10 por ciento tiene una tienda, y 90 por ciento se mueve en ferias, bajo toldos). Bellott teme que esta cifra pueda aumentar dada la gran cantidad de gente que se quedó sin trabajo por la crisis económica y que está encontrando ingresos en la informalidad.
“Hay un problema muy serio que estamos encarando que es la falta de empleo y es en el comercio informal donde la gente encuentra ingresos y empleos eventuales. Se necesita ampliar las áreas productivas como el sector gastronómico, manufacturero, textilero y otros para subsanar esta situación”, dijo Bellott.
Sólo el 8 por ciento del volumen de la ropa usada es internado legalmente al país. Es decir, el 92 por ciento son importaciones no registradas por el espacio fronterizo de Chile donde no existe control aduanero, según los datos de la Aduana Nacional.
Fabricar barbijos tampoco funciona
Con la intención de sobrevivir a la crisis, muchas empresas manufactureras se reconvirtieron para fabricar barbijos. Sin embargo, también comenzó el ingreso de contrabando de este producto y de nuevo se genera la afectación.
El Decreto Supremo 28761, en el numeral 3 del artículo 3, prohíbe “la importación y comercialización de mercancía clasificada como prendería vieja, desechos, desperdicios, ropa íntima, de cama y de tocador”.
Hace 12 años, el Gobierno generó un fondo de reconversión productiva con 80 millones de bolivianos. El objetivo era que quienes se dedican al contrabando de ropa usada cambien de rubro, pero no se logró.