“ENTRE EL CORAZÓN Y EL ALMA …”
Emmanuel Kant (filósofo alemán) hizo una diferenciación interesante entre percibir y pensar. Las personas, dice él, primero percibimos algo del mundo real y luego pensamos. Es decir, nos hacemos una idea de lo que estamos viendo. Pero, el ser humano, no solo piensa por lo que ve, también piensa por cosas que se imagina, es decir, existe otro factor inmaterial que induce a la persona a que en su mente se produzcan pensamientos.
En ese entendido, tanto el alma como el corazón, son influenciados por la mente…atención por favor… ella (la mente) es capaz de producir pensamientos buenos o malos; acto seguido, el corazón decidirá cuáles de esos pensamientos formarán parte de su carácter y la decisión que se tome definitivamente forjará el destino. En otras palabras, esos pensamientos que dejamos que entren a nuestro corazón son responsables del rumbo que toma nuestra vida.
Con ese enfoque comprendemos cómo hay tantas relaciones heridas y rotas: matrimonios, sociedades, familias, empresas, amistades, gobiernos y estados. Una conducta mala siempre es antecedida por un pensamiento malo y, de igual manera, una conducta buena es antecedida por un pensamiento bueno….la mente es influenciada por factores externos buenos o malos.
Reflexionando al respecto, comprendemos por qué la Biblia diferencia la mente del corazón, dándonos a entender que son dos elementos capaces de formar la conducta de una persona (“Yo Dios, que escudriño la mente, que pruebo el corazón…Jer.17:10).
Y sigamos recorriendo: …factor externo (bueno o malo), ingresa a la mente, desciende al corazón, entra en ejercicio nuestra voluntad y aquí es donde el alma entra en acción asumiendo un rol protagónico. El corazón es el término más profundo que tenemos para expresar lo que sentimos (te amo con el corazón ó te rechazo con el corazón) y el alma para manifestarnos (hice esto por amor o por odio), es decir, no nos quedamos en un plano discursivo…en el alma está la voluntad.
El riesgo radica en que cuando no se ejerce control sobre esa percepción del mundo exterior, malos sentimientos se albergan en el corazón y con el alma se toman decisiones.
La neurociencia (ciencia bastante nueva), hoy por hoy, corrobora lo que ya estaba escrito hace más de 2.000 años…”Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios…” (1 Tes. 5:18). Expresar gratitud produce Dopamina y ella reduce la ansiedad y mejora el ánimo. Dicho de otra manera, la ingratitud no es buena consejera.
“Fíate de Dios de todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia” (Prov.3:5)…interesante, porque si lo hacemos seremos optimistas, eso produce Serotonina y ella ayuda en la toma de decisiones. En otras palabras, el pesimismo es un mal amigo.
“…tiempo de abrazar…” (Ecl.3:5), cuando abrazamos sentimos algo “rico”, nuestro organismo fabrica algo agradable, la producción de la Oxitocina produce buenos sentimientos, genera confianza en el entorno y conexión con la gente; se disfruta del apoyo social. Parafraseando…no demos cabida a la desconfianza infundada (abracemos más o dejemos que nos abracen).
Y así el paralelismo puede continuar, pero mi escrito debe parar…
Mafalda tenía razón cuando simpáticamente decía que hay decisiones que duelen al corazón pero tranquilizan el alma y es que definitivamente hay una brecha “entre el corazón y el alma” y es nuestra decisión a cuál de las dos agradar.
Jean Carla Saba de Aliss
Pedagoga Social /Life Coaching
ethos.capacitaciones@gmail.com