Barrenderos en tiempos de pandemia
HERNÁN ANDIA |
Barrenderos... un trabajo digno, pero poco reconocido. La mayor parte de la sociedad, si no lo critica directamente como algo denigrante, lo ve como el peor trabajo al que una persona se puede dedicar.
Sin embargo, para las personas que lo ejercen, es un trabajo de mucha altura.
Sin los barrenderos (la mayoría mujeres), la ciudad no tendría la imagen que cada día muestra.
Es una actividad bien organizada. Están distribuidos por grupos, por zonas y también por áreas.
Hay a quienes les toca realizar su labor en los mercados y a otros en zonas en los cuatro puntos cardinales adonde son llevados en un bus de la Empresa Municipal de Servicios de Aseo (EMSA).
El trabajo comienza a las 23:00 y se extiende hasta las 4:30, máximo hasta las 5:00. Hacen un recorrido promedio de cinco kilómetros en ese lapso.
Es un tiempo en el que embellecen la ciudad, mientras la población duerme.
Al mismo tiempo, son horas en que las barrenderas viven situaciones de riesgo, acosadas por borrachos, algunos degenerados, drogadictos y en especial por ladrones que se acercan a robarles las pocas pertenencias que llevan, sin contar que en muchos casos fueron atropelladas por conductores ebrios que, después del hecho, se dieron a la fuga. Y a esas horas, ni siquiera hay auxilio.
De esta manera, optaron por protegerse entre ellos trabajando en grupos y manteniendo contacto visual por si sufren algún accidente del que tuvieran que ser auxiliados en el momento.
En cierta forma trabajan bajo la protección de Dios, ya que su labor no se interrumpe por las lluvias, el frío invernal o las noches con ventarrones torrenciales, que los ciudadanos ni siquiera se dan cuenta.
Un trabajo digno y poco agradecido.