Triste final de la zona franca de Rosario
Desde hace años he venido machacando con la necesidad de hacer algo en las zonas francas otorgadas por países amigos a Bolivia. En particular, mencioné varias veces el triste caso de Rosario (provincia de Santa Fe, Argentina). El convenio para su establecimiento fue suscrito el 4 de junio de 1969. Unas enmiendas finales se acordaron en 1976.
El abandono de esa bien ubicada zona franca cedida por el país hermano ha sido casi absoluto. Las fotografías del lugar son elocuentes: chatarra, maleza, rieles abandonados, suciedad, casetas y almacenes descuidados, etc. Y conste que la zona franca no es pequeña: abarca más de 54.000 m2 y casi un kilómetro de muelle. Se quiso crear un polo industrial y comercial, en la práctica funcionó como depósito de bienes en tránsito, los que en varias oportunidades demoraron muchísimo en ser movilizados o se deterioraron ahí mismo; tal fue el caso vergonzoso de los Carritos Hane. En los más de 30 años de “funcionamiento” de la zona se registraron apenas dos ingresos y un egreso de barcazas. En 1988 fue amarrado allí el último buque.
Ése es el saldo de los 40 años del convenio y durante los cuales Bolivia no supo nunca aprovechar el puerto, sólo ancló un solitario barco boliviano que había sido cedido por Venezuela y luego creo que fue desmantelado. Durante años el predio se mantuvo sin ningún uso efectivo por parte de Bolivia, que lo poseía en base al convenio. Infinitas veces el sitio fue reclamado por el municipio rosarino para instalar allí una zona de esparcimiento en lugar del espectáculo que brindaba la desprolija zona franca ociosa.
La Cancillería argentina ha venido ofreciendo desde hace años a su contraparte boliviana varias alternativas para el traslado de la zona franca. A todo esto, los rosarinos llegaron disgustarse con las autoridades bolivianas por su terca actitud de seguir en un espacio donde no se hacía nada y encima —por su tremendo descuido— el lugar hasta atentaba contra la higiene y el ornato de la ciudad. El insistente clamor rosarino terminó dos meses atrás. El pasado 23 de marzo se firmó un convenio mediante el cual Bolivia entregará en un lapso de 60 días la zona franca y recibirá otra en un lugar que se determinará de común acuerdo. ¿Se hará algo concreto en la nueva zona? Ojalá esta vez sí se haga, máxime que ahora se pretende impulsar gran parte del comercio exterior nacional por la hidrovía Paraguay-Paraná.
Aparte de Rosario, nuestro país tiene otras dos zonas francas en la misma hidrovía: Palmira en el Uruguay y Villeta en el Paraguay. Sumemos Ilo, en el Perú, que recién luego del desastre del fallo negativo para Bolivia en la Corte Internacional de Justicia se está comenzando a utilizar. Y no sé qué otra zona franca podría haber por ahí, pero si la hay, lo más seguro es que también esté abandonada…
Bolivia se ha plagado de zonas francas y nunca hizo nada en ninguna. Algo embarazoso para un país que no sólo intenta recuperar algo de su perdida heredad marítima sino que además precisa contar con diversas vías de conexión para mejorar su acceso internacional. En fin, está terminando una pesadilla de cuatro décadas para la ciudad de Rosario y al mismo tiempo, culminará un triste fracaso boliviano, fruto de la ceguera e inacción de muchas administraciones.
El autor es economista y politólogo
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