Los otros Montenegro
El caso del presunto narcotraficante Pedro Montenegro Paz, quien tenía una estructura delictiva, a decir de los investigadores traspasaba la Policía, el Órgano Judicial y el empresariado, es una pequeña muestra del grado de penetración de esta actividad delictiva en la institucionalidad y la sociedad boliviana.
El supuesto capo de la droga paseaba campante por pasillos de oficinas policiales y judiciales y tenía una vida de película que se caracterizaba por el glamour, la pompa y el derroche. Amante de las motos, de los viajes y de las fiestas, Montenegro vivió un tiempo protegido por la misma institucionalidad que lo debía perseguir.
Antes de que el caso explotara en Bolivia, el capo tenía en Brasil una orden de captura por tráfico de sustancias controladas. Fue en Brasil, no en Bolivia, donde se lo investigó primero. Si Brasil no hubiera descubierto sus ilícitos, Montenegro seguiría haciendo de las suyas. Luego, en Bolivia el caso avanzó más por el laborioso trabajo de la prensa que por la acción estatal.
Pero, según declaraciones de los mismos implicados, todo indica que Montenegro es sólo la punta del ovillo, que hay otros “Montenegro” que deambulan impunes en oficinas e instituciones protegidos por el manto de la perversa colaboración de algunos malos funcionarios, cómplices de la putrefacción y del debilitamiento del Estado de derecho.
Tras Montenegro, Medina, Moreira y toda la red que al parecer fue desmontada, hay otras redes, otros capos que siguen protegidos y continúan haciendo sus negocios ilícitos. Por ello, la acción fiscal y policial hoy debe ser ejemplar, decidida y firme, de modo que destruya no sólo al clan que fue desactivado en las últimas semanas, sino que también afecte a otras redes que tienen actividades ilícitas y que piensan que quedarán exentos del peso de la ley.
Editor de Política de Los Tiempos
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