En Bolivia también son niñas, no madres
El miedo y la angustia la invadieron. Estaba amenazada. Tenía terror hablar y una junta médica terminó decidiendo por ella. A los 14 años, una niña que soñaba con su fiesta de 15 veía su panza crecer fruto de una violación.
Hace dos semanas, tras cuatro de discusión y con 26 de embarazo, fue forzada a un parto. Y aún después no entiende muy bien lo que le está pasando; es una niña, no una madre.
Tres meses antes, un parto también era forzado en Tucumán, Argentina. Una pequeña de 11 años abusada por el novio de su abuela era condenada otra vez, le hicieron una cesárea.
Cuatro meses antes, en Jujuy, otra pequeña de 12 años se convertía en el centro de la pugna entre los “provida” y la justicia que decían que debía dar a luz.
Son niñas a las que les imponen la maternidad, sobrepasan sus derechos, deciden por ellas y por sus familias, les arrebatan la infancia.
Como común denominador, en nuestro país, también los doctores justificaron que se debían salvar las dos vidas, a la niña le administraron medicamentos para provocar contracciones. Acciones “loables” para el Colegio Médico. Mientras los políticos hablan de lo “correcto” del derecho a la vida y la Iglesia hace un bautizo de “emergencia”.
Obligarla a dar a luz fue fallar dos veces. Urge tratar la norma, urgen cifras, visibilidad y acciones.
El relato es desgarrador. La pequeña de Santa Cruz intentó quitarse la vida, ha sobrevivido a un abuso sexual y ahora a la de una sociedad que quiere pensar y sentir por ella.
Ella quiere volver al colegio, quiere ser estilista. Y si estas situaciones no revelan las fallas que tenemos como país y como sociedad en la protección de los derechos de las niñas, ¿Qué falta para que nos demos cuenta?
Protejamos sus vidas y sus sueños.
Periodista digital de Los Tiempos
Columnas de Jessica Vargas