Metamorfosis de los partidos políticos
Las organizaciones políticas no se constituyeron para comunicar al pueblo los deseos de las autoridades, sino más bien para comunicar a las autoridades los deseos del pueblo. Y constituyen el (único) vehículo para participar libremente en la formación, ejercicio y control del poder político.
La revolución de 1952 abre una nueva época en la existencia jurídica de los partidos políticos. El Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), concretó la Reforma Agraria, el voto universal y el Código de la Educación, y se consideró por primera vez en nuestra historia a todos los bolivianos como iguales.
En 1956 fue la primera elección con sufragio universal de la historia boliviana y se creó también la Corte Nacional Electoral (CNE). Los partidos adquirieron la exclusividad en la representación política y así fueron reconocidos en la Constitución de 1961. Romero Ballivián, considera que la evolución del sistema de partidos en Bolivia se puede ordenar en cuatro etapas, que son:
a.- La primera etapa cubre el periodo revolucionario, desde 1952 hasta el año 1964, cuando sucedió el derrocamiento del jefe del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), Víctor Paz Estenssoro. Fue un sistema controlado por el MNR, que actuó como partido hegemónico, que impuso un sistema nacional popular: democratizador e inclusivo pero poco pluralista, centralizador y con una economía controlada por el Estado.
b.- La segunda etapa se abre en 1978, con las elecciones presidenciales que marcaron el arranque de la caótica transición a la democracia, con una alternancia de golpes de Estado y elecciones, que concluye en 1985. El sistema de partidos se polarizó y fragmentó, pero al mismo tiempo inauguró una inédita fase de competitividad. Aquí predominaron concepciones instrumentales de la democracia; el sindicalismo y las Fuerzas Armadas mantuvieron un papel clave en la política y continuó el dominio del Estado en la economía. Este esquema se desmoronó durante el primer gobierno democrático (1982-1985) de Hernán Siles Zuazo, líder de la Unidad Democrática y Popular (UDP).
c.- La tercera etapa se desarrolla entre las elecciones de 1985 y 2005 y la abre el último gobierno de Víctor Paz. En reacción al hundimiento del modelo previo se promovió la democracia procedimental y de instituciones, se revalorizó el papel de los partidos y se construyó un sistema multipartidista, ordenado, competitivo y moderado. Se implementó una economía abierta, un multiculturalismo moderado y se descentralizó el Estado. Este modelo colapsó durante la segunda gestión de Gonzalo Sánchez de Lozada, líder del MNR, cuya renuncia en medio de la convulsión social y la polarización política puso en entredicho los valores que simbolizaba.
d.- La cuarta etapa se inicia en 2005 (y está abierta) con el triunfo electoral del Movimiento al Socialismo (MAS), que emergió como partido predominante sobre las ruinas del sistema de partidos. En cuanto ascendió al poder, el MAS se alejó de la democracia liberal, generó un esquema de poder más concentrado, apuntaló el papel del Estado en la economía y la sociedad, alentó el fortalecimiento y la politización de las identidades étnicas de matriz indígena, y desconfió de los partidos para privilegiar a los movimientos sociales. De hecho, no admite la posibilidad de la rotación del poder; han llegado al gobierno para quedarse, no son inquilinos, ni pasajeros, sino “eternos y para siempre”, según Evo Morales Ayma.
El MNR ganó tres elecciones presidenciales (1956, 1960, 1964) con mayoría absoluta de los sufragios. Obtuvo 75% y una diferencia de al menos 60 puntos con respecto al segundo competidor de entonces. En la elección de 1956, Hernán Siles Zuazo recibió el 84,2% de los sufragios, y dejó lejos a la Falange Socialista Boliviana (FSB) de la oposición conservadora. Sin embargo, en la medida que el MNR crecía y controlaba con mayor facilidad el poder, contaminaba el sistema político con el clientelismo y el prebendalismo, echando mano a los recursos del Estado para favorecer a sus candidatos, manipulaba el voto, y limitaba las tareas de los opositores en las zonas rurales.
El censurable abuso de poder y el fantasma del fraude electoral, forman parte del ADN de los dirigentes políticos bolivianos y parecen haberse perfeccionado en pleno siglo XXI.
El autor es jurista y autor de varios libros
Columnas de WILLIAM HERRERA ÁÑEZ