Bolivia libre y democrática
Bolivia está herida pero libre del capricho de dos personajes y sus cuadrillas quienes detentaron el poder desde hace catorce años. Evo Morales, un dirigente cocalero que fue erigido presidente y a quien se le delegó la delicada tarea de implementar un proceso de cambio. Su acompañante Álvaro García Linera, es alguien difícil de definir, por lo que me referiré a él como a un exterrorista. Ambos buscaron eternizarse en el poder violando toda norma y burlándose continuamente de la voluntad del soberano. Con su actitud provocaron varias muertes y el pueblo en su conjunto clamaba justicia y resistió en las calles para que los susodichos no les arrebaten la democracia.
Su afán de aferrarse al poder era incomprensible, para lograr su propósito ordenaron a sus esbirros a cometer todo tipo de atropellos. No respetaron a nadie y sembraron terror por donde pasaron. Niños convalecientes en hospitales, madres, mujeres, adultos mayores y todo aquel que no comulgaba con ellos fue víctima de humillación y ultraje. Su actuar era impredecible porque por un lado ofrecian conciliación y a los cinco minutos incitaban a sus sus huestes a movilizarse para defender el voto y para que embosquen a los mineros que estaban en camino a La Paz para reforzar las protestas.
Bolivia no es Cuba, no es Nicaragua, no es Venezuela, Bolivia se respeta porque es un país que se caracteriza por tumbar tiranos y caudillos: No se puede sembrar nabos en las espaldas de los bolivianos y esto está una vez más comprobado. El pueblo nunca le temió a sus matones asalariados, aunque estos se hayan reproducido por camionadas. El pueblo sabía que su lucha no tenía precio porque quería vivir en democracia. Esa democracia que dos personajes querían arrebatarles de cuajo.
Todo tiene un límite en esta vida, el soberano aguantó semanas en las calles luchando y una vez que el fraude fue confirmado por la OEA, se les exigió que renuncien a los cargos que ostentaban. Tenían que hacerlo por un mínimo de respeto al pueblo y por cuestiones éticas y morales. El clamor era popular porque también la policía y las FFAA se enfilaron al lado de su pueblo, ellos también exigieron libertad y democracia.
A estas alturas nadie duda que el cargo de presidente le quedó grande a Evo Morales. El nunca supo cuáles eran sus verdaderas tareas, por eso andaba montado en sus juguetes lujosos, entregando canchitas sintéticas y obras defectuosas de Evo cumple, o viajando a mundiales de fútbol; participando en foros internacionales, en los que se había acostumbrado a protestar contra el imperio y el capitalismo, un sistema que dice odiar, pero que vivía saboreando el néctar del mismo.
Había confundido al país con sus seis federaciones de cocaleros de los cuales si es su presidente. Esa manada vandálica que mudaba de rol, de piel, de caparazón y de todo. Una vez se convertían en mineros, en bartolinas, en fabriles, en ponchos rojos, en movimientos sociales, en originarios, en pirómanos de la Chiquitania y en cuanto papel se le ocurría a Evo Morales.
El sarcasmo del presidente, su vulnerabilidad, su falta de respeto con el pueblo y su intolerancia le alejaron del raciocinio. Se burlaba de las protestas pacíficas de la gente y de forma arrogante se ofreció dar cursos y seminarios de como hacer verdaderos bloqueos. No tenía límites y hasta el final siguió machacando y acusando a los bolivianos de ser agentes y títeres de la derecha reaccionaria. ¿Podría alguien creer a estas alturas que ellos eran de izquierda?
El dúo que dirigía los destinos del país no quería entender que la gente que protestaba en las calles lo hacía para defender la democracia. No eran partidarios de Mesa, de Sánchez Berzain, de Paz Zamora, de Reyes Villa y demás tiranosaurios. Se negaban a comprender que todo ese grupo, ellos incluidos, pasaron a formar parte del parque jurásico de politiqueros jubilados, todos tuvieron su tiempo y ahora el país es testigo del surgimiento de líderes nuevos.
Hasta que llegó el momento de su renuncia, era importante que le demostraran al pueblo que respetan las reglas del juego. Era la oportunidad de salir por la puerta para irse donde mejor les parezca. Estaban a tiempo y sabían que esa era la solución para pacificar el país; Bolivia está malherida y de pie esperando ese paso al costado que al final si lo dieron. El pueblo no podía seguir pagando el precio de los corderos que los padres del presidente habían obsequiado a sus maestros para que él aprobara los cursos en la escuela.
El autor es instructor de adultos.
Columnas de RUBÉN CAMACHO GUZMÁN