Pesebres
Para esta navidad el papa Francisco ha vuelto a la carga, pero esta vez con majaderías tradicionales. Lo que recomienda es que en fábricas, lugares de trabajo y también en las calles, se disponga de pesebres de navidad. Dice que son algo hermoso que ha producido la cristiandad. Se los digo así no más: Patrañas.
Es difícil ser una persona moderna y culta sin aceptar los preceptos del filósofo Benito de Espinoza. Podemos pensar más modernamente que él, que al fin de cuentas era del siglo XVII; lo que no debemos hacer es pensar reaccionariamente en relación a ese santo holandés. Punto principal de su enseñanza, es que el estado y en general la organización política deben ser laicas, porque la religión, como la conocemos, engendra tiranía. Ya escribí antes, aunque no lo haya expuesto con la amplitud que debería, que una ética contemporánea bien que la podemos fabricar tomando lo bueno de Jesús y de Confucio, todo con un poco de Espinoza.
Poner pesebres en colegios, fábricas y calles de Italia suena inconfundiblemente a fascismo. El fascismo es malo y no porque sea conservador, que casi todos lo somos en mayor o menor grado, sino por oponerse a la justicia social. Un pueblo, una religión, un idioma, un dios; he ahí un lema fascista. ¿Qué pasa con las minorías? ¿Qué pasa con los que tengamos egos individualistas? (Esto para los que tengamos delirios nietzchanos). ¿Qué pasa para los que tengamos lenguas de antepasados? ¿Y por qué tenemos que tener la misma religión o porqué creer en tal o cual dios?
Benito Mussolini firmó un concordato con el Vaticano, con el que resultó que la iglesia católica italiana respaldó plenamente al fascismo y así los colegios públicos, en primaria y secundaria, fueron manejados por curas. ¡Qué bajeza! Eso es vender a los niños.
Lo que propone el papa Francisco es el mal, como la doctrina pro-vida, que es contranatura y fruto de la herejía obscena del heresiarca Tertuliano.
No debe haber pesebres en las calles, ni en los colegios públicos, ni en las fábricas. ¿Que son hermosos? Es cuestión de gustos. Empero todo sobre la natividad está teñido de herejía, porque al fin de cuentas los heresiarcas Tertuliano y Calvino han dado forma al cristianismo. “El buen hombre José” al decir de su hijo Jesús, fue efectivamente su padre. Que hay evangelios que dicen otra cosa; también en el cuento de Caperucita se dicen cosas fantásticas, porque cuentos son cuentos.
Reflexionen hermanos: “La verdad nos hará libres” afirmó Clemente de Alejandría. Y un profeta, de por algún café, sentenció: “Y la mentira nos hará creyentes”. Seamos libres, usemos la razón y los conocimientos bien enfocados. Aunque no lo crean, esto que afirmo lo recomendó Jesús.
¿Cómo podremos combinar la enseñanza de Jesús con la de Confucio, para pasar por la de Espinoza? Ciertamente no por la enseñanza del Jesús de los supersticiosos, ni por la de Confucio llena de macanas al gusto formalista chino. Pero dejemos de filosofar que nos vamos a cansar (¿rima, no?) y suprimamos los pesebre en lugares públicos, así como censuremos a los rezadores inoportunos de Beni y Santa Cruz, que quieren política Biblia en mano; porque lo de César o político es de una esfera distinta que lo de Dios o espiritual. Es por ello que los pesebres son para las casas, para las vidas privadas, recogidas como deben ser las cosas del espíritu; no para calles ni lugares públicos, donde se opera la transformación que engendra males y tiranías.
El autor es escritor
Columnas de BERNARDO ELLEFSEN