Guano y salitre
La historia del Perú no es una taza de leche. Ya en tiempos de la república, se produjo el auge del guano debido a que Europa halló en ese estiércol de pájaros un elemento para la regeneración de sus tierras y, entonces, hubo una explosión de capitales chilenos y británicos que abrieron oficinas en el Perú para explotarlo.
El guano o desecho sólido de albatros, pelícanos y otras aves marinas de las costas del Perú y Bolivia tiene una historia interesante. Esas costas son bañadas por aguas ricas en plancton, que es alimento de las corvinas, a su vez alimento de albatros y pelícanos que depositan sus desechos sólidos en la costa. Antes del “descubrimiento”, a cada campesino se le daba el guano necesario para fertilizar su terreno, pero en la segunda mitad del siglo XIX, al generalizarse en Europa la calidad de abono del guano, que revolucionaría la agricultura en Occidente, se produjo una explotación descontrolada de bancos de guano. En el período 1840-1880, el Perú exportó 11 millones de toneladas a Europa, equivalentes a 600 millones de dólares, con tasas de explotación más altas que las de cualquier país sudamericano en dicho siglo, que tomó el nombre de la Era del guano.
Jack Weatherford, autor de El legado indígena, dice: “El descubrimiento del guano por los granjeros europeos en el siglo XIX inauguró la agricultura europea moderna. La sustancia, rica en nitrógeno, no solo estimuló el rendimiento de las cosechas, sino que aumentó el interés por la investigación en fertilizantes. La era del guano marcó el comienzo de la modernización agrícola que a la larga derivaría en los fertilizantes artificiales.
Con el salitre, los presidentes Pardo y Prado, del Perú, buscaron el monopolio estatal de la explotación de ese fertilizante, razón fundamental para la Guerra del Pacífico, porque los capitalistas chilenos querían recuperar sus concesiones en la provincia peruana de Tarapacá y los bancos ingleses, radicados en Valparaíso, desde donde se exportaba el guano a Europa, estimularon el armamentismo en el ejército chileno que ocupó primero Bolivia y luego invadió incluso Lima, la capital peruana.
El pueblo peruano bajo el liderazgo de Andrés Avelino Cáceres organizó guerrillas, pero como estaban compuestas por desheredados culíes, negros e indios, los peruanos ricos les temían más que al ejército chileno y pactaron con él la cesión de la provincia de Tarapacá a condición de que se enfrentara a dichas guerrillas, cosa que los chilenos hicieron con éxito y consolidaron la posesión de esa rica provincia más la provincia boliviana de Atacama, también rica en guano y en salitre.
Es común la desmovilización de un ejército una vez fenecida la campaña; pero el ejército chileno fue trasladado íntegro al sur del río Bío Bío, para iniciar la campaña del desierto a ambos lados de la cordillera, en Chile y Argentina, donde el general Julio Argentino Roca actuó en una gesta contra el pueblo mapuche. Con todo, no pudieron exterminar a un pueblo aguerrido, que tiene idioma, religión, autoridades, usos y costumbres y hoy suman dos millones sumados en Chile y Argentina.
El autor es Cronista de la ciudad
Columnas de RAMÓN ROCHA MONROY