Golpe fantasma a rajatabla
Bolivia es siempre un país extraño, con muchos golpes de verdad y otros de ficción. Cuando no existe, lo inventamos. Tiene que haber, ya sea en la realidad o en la fantasía. A ello se refieren sin duda dos escritores. Luis Alberto Sánchez dijo cierta vez que Latinoamérica es una novela sin novelistas, y a fines del pasado siglo circuló un raro título: Seis personajes en busca del autor; es una obra de teatro escrita por Luigi Pirandello. Por lo visto, sobran ficciones; faltan autores. ¿Quién será el autor del golpe fantasma de noviembre de 2019?
A estas alturas, sin que haya de verdad el tal golpe, el autor oculto ya es famoso. En la fachada figura la imagen de una indígena, como si ella fuese la autora de la oscura trama hecha de sedición, golpe y conspiración. Lo grave es que se mezcla, se confunde la realidad con la ficción. Se encarcela a personas reales como si fueran personajes de la ficción. A eso llaman después justicia. ¡Es terrible!
Por si acaso, todo lo que aquí se dice es también ficción, no vaya a creerse otra cosa; por más que a veces hay verdades que parecen ficciones, y éstas se parecen mucho a la realidad. De todo hay en este valle de lágrimas y en el otro de color azul, también; aquí se persigue a las personas, con enconado rencor de un enemigo.
Lo que sigue ocurrió en noviembre del 2019. Un misterioso cartero se presentó en la puerta para entregarle a la senadora una carta con un escueto mensaje que decía: “Ya tiene la vía expedita para acceder a la presidencia” Y ella, sorprendida, exclamó: “Yo no te pedí esto; ahora tú mismo me tenés que sacar”. En La Paz ya le esperaba el cargo. No tenía otra alternativa. Estaba lejos de imaginar que protagonizaba un “golpe”. Un poco antes, bajo el cobijo de unas faldas generosas escapó el dueño del Palacio; éste estaba vacío, vació de poder.
Esa es, digamos, la primera parte de la tragicomedia. La segunda es algo más sorprendente. Un señor a quien parece que sólo le enseñaron a contar la plata, ascendió al trono, sin saber leer ni escribir el lenguaje de la política (de la politiquería, mejor). Se lo ve ahora capeando la tormenta y esquivando a duras penas las acciones solapadas del “emperador” que se le ha puesto al frente.
Siguiendo la trama del relato, un conocido dirigente de El alto ha revelado que existe un plan siniestro, urdido por aquel que no se resigna a perder sus privilegios de magnate. Dizque está en marcha una “estrategia envolvente” para ejecutarla a mediano plazo; parece que tiene la obsesión de recuperar su k’atu palaciego. La presidente de una entidad importante dijo que ese hombre está enfermo, enfermo de adicción al poder.
En consecuencia, parece que se viene otra tormenta; incluso ya se la ve rojear en el horizonte próximo. Sólo la miopía de la oposición parlamentaria no avizora, por eso no cesa de dividirse. Con una declaración tibia de vez en cuando, piensa que ha cumplido todo. En verdad, después de posesionarse del curul, nada más cree que debe hacer.
Y pare de contar. Mejor que acabe la pesadilla. ¡Despertemos!
El autor es columnista independiente
Columnas de DEMETRIO REYNOLDS