¿Cuál será el crecimiento “genuino” del PIB en 2021?
En Bolivia y el mundo se discute el tipo de crisis y recuperación económica deseable o posible. Existen dos maneras de encarar el tema de la recuperación, primero, el tiempo que durará ésta y segundo, la dirección, calidad y sostenibilidad del nuevo crecimiento.
Los economistas utilizamos un abecedario sui generis para describir el tipo de recesión económica en curso y las posibles salidas de esta.
Por una parte, está la contratación del tipo V. El aparato productivo abruptamente cae al fondo del pozo, en el caso boliviano se registró una recesión de -11% en 2020, pero ya en el año que transcurre (2021) el producto interno bruto (PIB) volvería a crecer al 4,4%. Ojito: de concretarse esta proyección oficial, este año no habría segundo aguinaldo.
Otro escenario posible es una recuperación del tipo U, donde la economía permanece entre tres y cuatro años en el valle de la muerte recesivo y después recién se ve luz al final del túnel.
También está la crisis del tipo L. La economía se detiene por 10 años como ocurrió en los años 80 en América Latina y Bolivia.
La recesión del tipo K implica que ciertos sectores se recuperan rápida y vigorosamente, por ejemplo, telecomunicaciones, salud y otros sectores vinculados a la economía digital. Esto se representa con el trazo que va hacia arriba de la letra K. En cuanto, otros sectores permanecen en recesión como el turismo, la gastronomía o la construcción. La línea baja de la referida letra.
Finalmente, y no por eso menos importante, está la recesión del tipo W. La economía se recupera rápidamente, en especial por las masivas inversiones y gastos públicos realizados por el Gobierno, pero como este camino no es sostenible –en los siguientes años, por falta de recursos financieros– vuelve la recesión. Sospecho que la crisis de la economía boliviana estaría entre las letras K y W.
Un primer tema para tratar sobre la calidad de la recuperación económica es entender qué significa salir desde el fondo del pozo creciendo al 4,4%, pero escalando desde una profundidad de -11% del PIB de 2020. Para explicar esta situación veamos la proyección que hizo la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) para el crecimiento promedio de la región de América del Sur en 2021, después de haber registrado una recesión de -7,3% en 2020. Este organismo internacional proyecta un crecimiento promedio de la economía para el continente del 3,7%. Pero afirma que, el rebote estadístico, es de 3,1% siendo el crecimiento efectivo o “genuino” de 0,6%. Extrapolando esta metodología, en el caso boliviano, el efecto rebote estadístico sería de 3,7% y el aumento “genuino” del PIB sería del 0,7%, llegando, así, el valor proyectado del 4,4%. Esto significa que nos tomará varios años recuperar los niveles de crecimiento registrado en la prepandemia.
Para entender mejor este razonamiento, imagínese la economía boliviana como un edificio en construcción. En los últimos 10 años, en promedio, adicionamos a nuestra obra cuatro metros de altura cada año. La pandemia y la cuarentena equivale a una bomba que destruyó parte significativa de la construcción, además, la explosión creó un cráter de 11 metros de profundidad. Bueno, ahora todo el esfuerzo de los actores económicos está en subir, primero, los 11 metros para posteriormente, en algunos años, aumentar nuevos pisos al inmueble. Este sería el rebote estadístico.
Obviamente, para salir del hueco y volver a construir o reconstruir la economía se necesita dinero. En el año que transcurren estamos utilizando nuestras reservas internacionales, algo de financiamiento externo y emisión monetaria para salir del pozo. El desafío a partir de 2022 será conseguir recursos frescos para seguir con la obra. De hecho, el Gobierno pretende endeudarse en 5.750 millones de dólares a nivel internacional y está esperando que también mejoren nuestros ingresos de exportaciones. Por el momento no se tienen los recursos financieros para que la recuperación económica sea sostenible. De aquí viene la idea de que es posible que la trayectoria de la economía boliviana se parezca a una W. Rebotamos fuerte pero después volvemos a caer.
Otra pregunta que tiene que ver con la calidad de la recuperación económica es saber si es posible y/o deseable reconstruir la misma edificación. Es decir, ¿seguimos apostando a levantar el modelo económico extractivista o, más bien, es mejor aprovechar la crisis para remodelar y/o construir un otro edificio donde quepa más gente, tenga mejores espacios para la salud y educación, sea una construcción amigable con el medioambiente, con avances tecnológicos, pero, sobre todo, tenga unos cimientos económicos más diversificados y se base en una sociedad más equitativa, solidaria y justa?
El autor es economista
Columnas de GONZALO CHÁVEZ A.