(Des) colonización de la mente
Hace unos días viajé a Oruro y me encontré con un vecino, me preguntó: ¿cómo estás?, y le respondí con una frase irreflexiva común “¡estoy bien!”, pero luego de cavilar un tiempo me pregunto ¿qué es estar bien?, ¿es un estado mental, un estado emocional, un estado de salud, un estado financiero...? ¿Por qué respondí estoy bien? cuando pude haber dicho: Estoy indignado, estoy triste, estoy preocupado, porque a pesar de todos los esfuerzos educativos que se han desarrollado hasta el momento muchas personas aun mantenemos nuestras mentes colonizadas y una muestra que prueba esta afirmación es, por ejemplo, que las personas preferimos comprar productos e insumos extranjeros antes que lo nuestro, damos mayor valor a lo importado y menospreciamos lo hecho en Bolivia. Tal es el caso que en estos días una tienda que vende zapatos de manufactura nacional se ha visto obligada por las circunstancias, a rematar toda su mercancía a precios mínimos, para no perder todo su capital.
Estoy indignado porque muchas personas no hemos aprendido a pensar con criticidad, habilidad de pensamiento superior que se supone debimos haber aprendido en la escuela y desarrollado a lo largo de nuestra vida. Aún hoy mantenemos nuestras mentes colonizadas, quizá por el tipo de educación que recibimos en las escuelas, colegios y las instituciones de educación superior como las denominadas escuelas e institutos normales. En ellos, muchos maestros aprendimos a cumplir y hacer cumplir justamente eso (normalizar) que significa, entre muchas cosas: destruir los valores propios o idiosincrasias, cosmovisiones, formas de pensar y sentir de niñas y niños, e imponerles otros ajenos a sus culturas, los cuales se cimientan de tal manera que se les hace creer –a las y los receptores de este trasplante cultural– que son sus legítimas raíces, llegando incluso a despreciar y odiar su propia identidad original.
Esto es llamado, en el ámbito de la sicología social, “disonancia cognitiva” (Festinger, 1957). Cuando una persona posee conocimiento de dos conceptos, ejemplo; valores sociocomunitarios originarios y valores externos, en este caso para justificar la preferencia de los valores externos, defiende su inclinación inducida hacia lo ajeno con explicaciones tales como: son civilizados, desarrollados, superiores, o de cultura superior. De esa manera satisface su propia inconsciencia y falta de sentido de pertenencia hacia lo propio. Con base en ese justificativo asume conductas propias de los valores impuestos. Así, los modelos mentales impuestos conducen su actitud colonizada ante la vida.
La persona colonizada es automáticamente un ser acomplejado que llega al extremo de negar su apellido y su nombre originario, dando lugar así a lo que algún sociólogo boliviano denominó “maismanización” y “domytización”, esto es, sentir admiración por el colonizador y odio hacia sí mismo y, para tratar de suplir esa creencia de inferioridad, asume las poses de colonizador extremo, incluso las exagera para tratar de resaltar lo que pretende ser su estatus mental adoptado. En eso, el clasismo desfasado juega un papel importante. La clase media se comporta como la rica, la pobre imita a la clase media, al obrero especializado (pero obrero al fin) le inducen mentalidad de empresario y se comporta como tal hasta el sacrificio más absurdo.
Para sostener esa maquinaria de neocolonización actual, el neocolonizador requiere del control y uso de los medios de información y comunicación masiva y de la sicología aplicada a la destrucción de los valores originarios de los pueblos, también la tecnología juega un papel importante en esta conducta inducida. Además, requiere de gobiernos cómplices, que permitan todas esas libertades para subvertir a la inversa la conciencia nacional popular.
Esa es la razón de que no destaquen los adelantos que se hacen en los llamados países en desarrollo o tercermundistas y de sobredimensionar los de los países desarrollados. Un científico o médico adquiere renombre cuando desarrolla alguna actividad en el centro de poder colonizador. Mientras estuvo en su país de origen, aunque hacía las mismas actividades y aplicaba los mismos métodos científicos o tecnológicos, era solo uno más, por aquello del desprecio a lo propio, a lo colonizado, porque una de las cosas intrínsecas de la dominación es el autodesprecio de los connacionales con mentalidad colonizada.
En consecuencia, una mente colonizada es aquella que replica actos y pensamientos del colonizador, asumiendo que lo mejor siempre viene desde el exterior, así, por ejemplo, la persona con mente colonizada cree y, por tanto, prefiere comprar cosas importadas porque se dice de manera inocente que son mejores, siempre fueron mejores que lo producido en Bolivia y por manos bolivianas.
Una mente colonizada es lo más peligroso que puede existir; son aquellas personas que tienen mentes xenofóbicas, cualquiera sea su nivel de xenofobia ¿Y por qué hablar de mentes colonizadas y no de personas?, pues está claro, que hoy no somos una colonia, somos un Estado Plurinacional soberano. Sin embargo, han colonizado nuestras mentes durante centurias, nos han reprogramado ideológicamente para que asumamos que todo lo que viene del norte o del extranjero es mejor. Nos han inducido a pensar y actuar como ellos, nos han colonizado, tanto desde afuera como desde adentro.
¿Ud. qué opina?
El autor es maestro de biología de educación secundaria
Columnas de GROVER ADÁN TAPIA DOMÍNGUEZ