La mierda, los políticos y Mondragón Soliz
Masticó su frustración con una mezcla de irritación y antipatía que le llegó al hígado en forma de un sabor ácido y pestilente que le volvió por la garganta a la manera de una afirmación contundente:
—¡Los políticos de hoy son una mierda! —aseveró con severidad Mondragón Soliz. Lo decía con sinceridad y con sentido de suficiencia, porque él mismo, en sus tiempos mozos, ejerció el oficio más odiado del mundo: la política.
—¿Los políticos de antes eran mejores? —preguntó su sobrino Sebastián, un joven universitario que ese día le había llenado el estante con las compras que el viejo no se animaba a hacer por temor a la peste.
Mondragón Soliz parpadeó un par de veces y respondió.
—Éramos la misma mierda —sentenció.
Su respuesta era honesta. Durante varios años el otrora Senador había hecho seguimiento a la política nacional, vivió con desprecio la época de las dictaduras, disfrutó del retorno a la democracia, supo aprovecharse del tiempo de los partidos tradicionales y ahora era crítico con el populismo indigenista.
Su experiencia en las lides políticas lo convertían en un viejo lobo de mar.
— Aún recuerdo —dijo con aire de remembranza— cuando los masistas de hoy reclamaban a los políticos de ayer por hacer las trastadas de siempre, por comprar conciencias y promover el transfugio, por modificar la norma para lograr algún beneficio y por no darse cuenta del desgaste provocado por el propio error. Hoy ellos caen en errores peores, hacen lo mismo que antes criticaron y abusan del mismo poder que más tarde se volteará contra ellos.
El nieto le miró intrigado, sabía que esa era otra de aquellas ocasiones en las que el abuelo iba a lucir su vena política para destruir a sus contrincantes en interminables horas de argumentación. Movido por ello se animó a evitar el prolongado relato.
—Entonces los políticos no deberían existir —dijo— porque son sólo una pérdida de dinero.
—¡En efecto lo son! —gritó, y tras un par de afirmaciones despidió con alegría a su nieto.
Una vez quedó sólo, se sentó en su sillón favorito y a su mente vinieron los detalles reflexivos en torno a la charla con su nieto.
—Lo somos —afirmó Mondragón Soliz, mientras tomaba un vaso de whisky— los políticos siempre fuimos y siempre seremos una mierda.
El autor es escritor, ronniepierola.blogspot.com
Columnas de RONNIE PIÉROLA GÓMEZ