La OEA y las normas
Cada ser humano ve el mundo desde su propia perspectiva, así que lo percibe diferente a los demás. Existen coincidencias, pero no percepciones iguales, así que cada visión es distinta. Esa fue una de las razones por las que las sociedades decidieron dotarse de normas, para que las percepciones distintas de las personas se canalicen mediante criterios en común, y no se imponga una voluntad por encima de las demás.
Entre las normas con las que se dotaron las sociedades está la delegación del mando; es decir, aquel acuerdo implícito de que la tarea de gobernar será ejercida por una persona, o grupos de personas, pero por un lapso al cabo del cual se debe entregar el mando a otra persona, que gobernará temporalmente, hasta que la reemplace otra. La facultad de elegir a una persona y la alternabilidad en el mando son normas elementales, reglas generales que siguen todas las sociedades, por lo menos aquellas que se consideran democráticas.
La Organización de los Estados Americanos (OEA) fue creada el 30 de abril de 1948 con el propósito de “afianzar la paz y la seguridad del continente; prevenir las posibles causas de dificultades y asegurar la solución pacífica de las controversias que surjan entre sus Estados miembros”. La norma que los Estados miembros asumieron como base para sus relaciones es la Carta de la OEA, un documento de 143 artículos y tres disposiciones transitorias que consagra a la democracia representativa como el mejor sistema de gobierno y proclama su adhesión a las normas de Derecho Internacional en las que se establece que esa democracia se ejercita mediante la alternancia en el poder.
Debido a su peculiar manera de ver el mundo, el señor Evo Morales ha dicho que Cuba, Venezuela y Nicaragua son los países más democráticos del planeta. En estos, las normas elementales de democracia representativa han sido pisoteadas para dar paso a gobiernos que no creen en la alternancia del poder y que están en manos de organizaciones políticas que no aceptan la existencia de otras. Por esas razones, el Consejo Permanente de la OEA ha resuelto no invitar a los gobiernos de esos tres países a la IX Cumbre de las Américas a realizarse en Los Ángeles del lunes al viernes próximos.
Para Evo Morales, que ejerció la presidencia durante casi 14 años e intentó quedarse más tiempo, violando la Constitución Política del Estado, la decisión soberana de la OEA de no invitar a sus amigos de Cuba, Venezuela y Nicaragua es motivo suficiente para que Bolivia se retire de ese organismo internacional. Esa pose se quedaría en anécdota si no hubiera sido recogida, casi como una orden, por el presidente Luis Arce que ha decidido no asistir a ese foro sólo por el hecho de que no se invitó a los amigos de Morales.
Como se ve, parece un capricho de quienes ven el mundo de una forma, y pretenden que todos lo miren así. Lamentablemente, por esa manera de ver las cosas, evitarán que Bolivia participe en una reunión en la que se debe discutir sobre asuntos políticos y económicos de interés general. Nos marginan y, por tanto, nos perjudican.
Columnas de JUAN JOSÉ TORO MONTOYA