Premios y no castigos
El 1º de octubre se celebra en Bolivia el Día del Árbol. Veamos algunos datos. Los cinco distritos urbanos de Sucre cuentan con más de 170 mil árboles distribuidos en plazas, parques, calles, avenidas y en cerros que representan aproximadamente el 75% de la forestación.
La Organización Mundial de la Salud sostiene que se necesita al menos un árbol por cada tres habitantes para respirar un mejor aire en las ciudades. Si se considera el número total de árboles en ese municipio, hay uno por casi dos habitantes. Este dato habla bien de la capital de Bolivia.
Por otro lado, la Alcaldía de El Alto afirma que hay un árbol por cada 61 habitantes en la ciudad, un número muy bajo. De Santa Cruz ni hablar porque tiene miles de hectáreas de bosques deforestadas, sin que nadie diga nada.
En Cochabamba, cada día llegan a la Alcaldía 30 solicitudes para retirar árboles, especialmente del centro y norte de la ciudad; y son las empresas constructoras las que más piden el retiro de árboles. O lo hacen de manera ilegal. Prefieren derribarlos. Y pagar la multa. Total, para un constructor pagar Bs 1.000 o Bs 3.000 no es un monto significativo comparado con la venta de departamentos por miles de dólares (cabe preguntarse qué hace la unidad correspondiente con el dinero recaudado por concepto de multas).
Por otro lado, este pasado 1º de octubre la propia Alcaldía nombró a cuatro árboles como patrimonio vivo, colocándoles una plaqueta con ese nombramiento. Felicidades por ello. Pero el árbol no hará nada con ese reconocimiento. Es el dueño de esa casa, donde está el “patrimonio vivo” quien lo cuida por años, lo riega y lo protege, y quien debería recibir algo a cambio.
Entonces, ¿qué sucedería si en vez de sancionar económicamente a los taladores se emite una orden por la cual por cada árbol extirpado haya una reforestación en otra zona? Es decir, si retiras dos árboles de un lado, deberás plantar 200 en otra zona necesitada de reforestación. Pero no sólo plantarlos, sino regarlos y protegerlos durante un cierto tiempo.
¿Qué tal si el Concejo Municipal de cada ciudad boliviana disminuye los impuestos a quienes tienen árboles en sus aceras? Generando una norma por la cual los impuestos disminuyen en relación directa con los árboles que hay en los barrios. U otra, mediante la cual los recursos que se destinarán a cada barrio, en 2023, estén relacionados a la cantidad de árboles que tiene.
Queremos Concejos que ayuden y estimulen a la reforestación, en vez de promover la idea errónea que el binomio cemento-construcción es un gran factor de desarrollo.
Date una vuelta por el portal digital TocToc.com, allí verás ofertas de departamentos y casas, en alquiler o a la venta. En cada propiedad aparece un indicador interesante, porque, aparte de supermercados, colegios y centros médicos que están cerca, te indica cuál es la densidad de árboles que hay en la zona. Mientras más árboles hay, es más caro el metro cuadrado. El valor inmobiliario también está supeditado a la cantidad de árboles que tiene la zona. Algo así podría funcionar en Bolivia. ¿Tú qué opinas?
Columnas de MÓNICA BRIANÇON MESSINGER