Conservar Alalay
El agua de lluvia que ingresa a Alalay, la última laguna urbana que queda en la ciudad de Cochabamba y que en el pasado agonizaba con sus aguas pantanosas y pestilentes, hoy nos da una nueva esperanza de que el humedal podrá recuperarse.
El panorama en la laguna es distinto después del dragado que se realizó en todo el espejo de agua después de 24 años con una inversión municipal de 33 millones de bolivianos. Sin embargo, a diferencia de otro tipo de dragados, en Alalay se retiraron lodos tóxicos, que inicialmente debían ser confinados en otro lugar, pero que finalmente se secaron para usarlos como abono.
Tal medida aún genera varias reacciones y cuestionamientos, principalmente de los ambientalistas que temen que el material se infiltre en el vaso y contamine nuevamente la laguna. Aunque el Gobierno municipal descarta esta posibilidad es necesario hacer un manejo científico, técnico y ambiental con un monitoreo permanente.
Si bien las primeras señales de recuperación de la laguna son positivas por la presencia de aves acuáticas y peces, es necesario evaluar constantemente la calidad del agua, la evaporación, la proliferación de algas y otras amenazas.
El cuidado y la protección no sólo puede recaer sobre una institución, como la Alcaldía de Cochabamba, sino que es tarea de todos los que componen el Comité de Mejoramiento y Protección de la Laguna Alalay (Crempla), como la Gobernación de Cochabamba, el Ministerio de Medio Ambiente y la Universidad Mayor de San Simón.
Hay que recordar que incluso en su peor periodo, en 2016, cuando se dio la mayor mortandad de peces por la falta de oxígeno en el agua y la aparición de microalgas tóxicas o cianobacterias, la laguna brindó sus servicios ambientales.
Entre los beneficios que nos da está que protege a la ciudad de las inundaciones, porque en época de lluvia desvía el agua de las crecidas del río Rocha, que en el pasado afectada a la población. También ayuda a controlar los rebalses de la represa de La Angostura.
Otro servicio es que recicla los nutrientes, como desechos orgánicos, que ingresan por desagües improvisados y las aguas de escorrentía de las serranías aledañas.
Un beneficio adicional es su aporte al microclima de la ciudad como un dotador de humedad, al ser Cochabamba un valle semiárido y con temperaturas cada vez más elevadas, de hasta 30 grados Celsius en verano.
También es el hábitat de aves acuáticas y peces, además de los patos, gaviotas y garzas que se suelen ver en el humedal se han sembrado cinco tipos de peces.
Otro servicio ambiental es el paisaje como tal que rompe con la ciudad de cemento. Es una evocación de la naturaleza que nos recuerda la conexión con la vida.