Tres verbos de oro
Pensar, sentir, hacer son tres verbos muy concretos que tienen la capacidad de definir todas las acciones humanas e influir en ellas. Esto quiere decir que nuestros pensamientos influyen en nuestros sentimientos y estos condicionan nuestras acciones o, mejor dicho, nuestra conducta.
Según la neurociencia, se ha establecido que existe una fórmula, muy poco matemática pero que revela un poco más acerca de los pensamientos E+P=¬S (emoción más pensamiento es igual a sentimiento). Esta formula nos lleva a concluir que ante los pensamientos con los que construimos nuestros sentimientos vamos a definir la actitud con la que afrontamos todas y cada una de las situaciones de la vida.
¿Te imaginas la importancia de lo que almacenamos cada día en nuestro cerebro a través de nuestros pensamientos?, existen más de 60.000 pensamientos al día, y la mayor parte de ellos son negativos, lo malo de todo esto es que los pensamientos se automatizan, se convierten en hábitos y saltan como resortes sin que podamos controlarlos, a no ser que tomemos conciencia de ellos.
Además de los pensamientos propios es importante darnos cuenta de que también están los colectivos, que son casi tan potentes condicionando nuestras conductas como los primeros: “sin dinero no haces nada”, “el amor es muy difícil”, “los lunes dan flojera”, “todos los hombres son infieles”, etc.
Lo peor de todo esto es que no hay actitudes neutras: o son positivas o son negativas. De hecho, en cuestión de pensamientos, o estás a favor o en contra y esto provoca en ti emociones agradables o desagradables que condicionan tu conducta para bien o para mal.
Sabemos que la vida siempre presentará desafíos, pero el verdadero examen de la resiliencia es cuando encuentras una manera de replantear lo negativo (diálogo interno que pasa por tu mente). Este cambio de actitud es tan importante que puede evitar que permitas que los pensamientos negativos controlen tus emociones.
Todos sabemos que hacer el cambio a una actitud positiva es más fácil de decir que hacer, quizás el proceso comienza con el reconocimiento de que se tiene el poder de cambiar la forma en la que el cerebro reacciona y procesa la información emocional. Se trata de una elección consciente que puede empezar con algo tan sencillo como sonreír más, este solo hecho debo decirte que activa los sistemas neuronales que mejoran inmediatamente el estado de ánimo dentro del cerebro.
Otra de las prácticas sencillas es tener momentos para ti y para tu mente, un tiempo a solas contigo, basta con separar, por ejemplo, 10 minutos por día para meditar, orar, agradecer o respirar de manera atenta sin ningún otro estímulo. Con esto lograrás activar el sistema parasimpático que es el encargado de que haya balance entre el ser y hacer.
El reconocer tus patrones de conducta, también es una tarea pendiente, revisar cómo actuamos ante determinadas situaciones. Revisa, cuando puedas, cómo actúas cuando surgen emociones difíciles y busca una alternativa.
Tú puedes lograr tener una vida mucho más agradable, pero depende de las acciones que vayas a tomar. Tú decides cómo interpretas cada cosa que te sucede, intenta siempre ver el lado bueno de los acontecimientos, porque ser así te hará disfrutar mejor de tu estancia en esta vida.