Abril, el mes del ¿Quién diría?
Sin duda alguna, a escala tanto local como global, abril fue un mes que nos ha traído sorpresas que, posiblemente, pocos se hubieran imaginado: quién diría, por ejemplo, que el “Presidente Rockstar”, Lula Da Silva, finalmente sería detenido gracias al voto de una jueza, Carmen Lucia Antúnez, designada por él mismo para el Supremo Tribunal Federal de Brasil. ¿Quién diría?
Quién diría, también, que la Fiscalía de un país en que no existía división de Poderes alguna, como lo es Ecuador, se pondría este mes de abril a investigar formalmente al ex Presidente Rafael Correa por posiblemente haber sido financiado ni más ni menos que por las FARC. ¿Quién diría?
Además, quién podría haber avizorado que en Nicaragua la ciudadanía desafiaría de esa manera a los esposos Daniel Ortega y Rosario Murillo, quienes ahora se encuentran al borde del abismo político, cuando todo parecía apuntar que tenían a todo el país bajo control, mediante el “pacto de gobernabilidad” iglesia-sandinismo-empresarios que, inteligentemente, esta pareja de dictadores habían consolidado durante años. ¿Quién diría?
Quien diría, por otra parte, que Trump, uno de los presidentes más aislacionistas y anti-intervencionismo militar extranjero que haya tenido los Estados Unidos (en retórica, al menos), de la noche a la mañana, bombardearía instalaciones de almacenamiento de armas químicas en Siria y, en cuestión de semanas, lograría que su diplomacia alcance un acuerdo entre las dos Coreas, siendo esta potencialmente la única desnuclearización total conseguida en la historia del país del norte, y sin que haya sido necesaria ni una sola bala para lograrlo. ¿Quién diría?
De igual forma, contados son los que se habrían olido que Cochabamba no pasaba de abril sin Alcalde, o que Perú (la promesa sudamericana) llegaba a este mismo mes con otro Presidente y con la crisis política interna más profunda que haya experimentado en los últimos 20 años, mientras que en Cuba se haría un recambio de Dictador, pero sin el menor maullido de la sociedad, desaprovechando una ventana de oportunidad que varios disidentes llevaban esperando durante décadas. ¿Quién diría?
Y así, como en política lo improbable suele terminar siendo lo más posible, llegará el día en que un Presidente que lo tenía todo –la plata, las armas, las instituciones y hasta nuevo Palacio con luces de neón– también se encontrará con una noche nublada de abril, sin su poder y sin sus lujos alrededor y, también, inevitablemente, se terminará preguntando: ¿Quién diría?
El autor es politólogo
Columnas de JOSÉ MANUEL ORMACHEA